Mujeres migrantes, protagonistas invisibles de la movilidad global

En vísperas navideñas, al son de Pastor López y su emblemática canción El hijo ausente, un clásico de la idiosincrasia popular colombiana, los hogares cantan a grito herido, entre natilla y buñuelos, “Otro año que pasa y yo tan lejos, otra Navidad sin ver mi gente”. Esta letra, que resuena con nostalgia, refleja la realidad de 426.532 salidas de compatriotas registradas este año, marcando la cifra histórica más alta en comparación con los meses de enero de años anteriores. En este movimiento las mujeres migrantes juegan un rol clave.
Esta histórica cifra de migrantes se enmarca en un contexto regional caracterizado por profundas desigualdades estructurales y persistentes problemáticas sociales. Según el informe Panorama Social de América Latina 2024 del Banco Mundial, la pobreza y la vulnerabilidad siguen afectando a amplios sectores de la población, mientras que las brechas en educación, salud, y acceso limitado a servicios básicos. Además, el déficit de trabajo digno.
Entre 2015 y 2024, América Latina y el Caribe registraron un promedio anual de crecimiento económico de apenas 0,9%, según lo afirma el más reciente informe de la CEPAL. Esta cifra es alarmante, ya que representa menos de la mitad del 2,0% alcanzado durante la llamada «década perdida» de los años ochenta, marcando un retroceso preocupante para la región.
En este escenario, Colombia no fue la excepción para 2024, su crecimiento económico se estancó en un 1,3%, posicionándose como uno de los más bajos de la región y superado únicamente por Argentina, que enfrenta una crisis aún más aguda. Estas cifras reflejan un contexto de debilitamiento estructural en el que la falta de inversión, un déficit de productividad, una baja capacidad para crecer y una elevada desigualdad con baja movilidad social.
Le puede interesar: ¿Seguirán los descensos de los embalses? La CAR advierte sobre el desafío que no da aguante
Mujeres migrantes colombianas, destacan en la diáspora migratoria
Los movimientos migratorios han sido parte integral de la historia de Colombia, pero en los últimos años, este fenómeno ha adquirido una nueva dimensión. Según datos del Registro Consular, para agosto de 2024 se contabilizaron más de 1,5 millones de colombianos viviendo fuera del país, con un dato significativo el 54,6% de ellos son mujeres migrantes, sumando un total de 847.208.
Esto destaca la feminización de la migración, donde las mujeres, muchas de ellas en edad productiva (15 a 64 años), enfrentan desafíos únicos. Desde asumir roles como principales proveedoras de sus familias hasta navegar por contextos de vulnerabilidad en países extranjeros, las mujeres migrantes enfrentan múltiples retos en materia de violencia y vulneración de derechos esenciales.

La mayor parte de las mujeres migrantes se concentran en actividades relacionadas con los servicios
La alta participación de mujeres migrantes en el sector de servicios, particularmente en el trabajo doméstico y de cuidados, responde a dinámicas estructurales tanto en los países de origen como en los de destino. Según el reciente informe de la OIT, publicado el 16 de diciembre, esta tendencia está impulsada por una creciente demanda internacional de labores de cuidado, especialmente en países donde el envejecimiento poblacional ha generado un déficit en la oferta local de estos servicios.
Las mujeres migrantes encuentran oportunidades laborales, pero también enfrentan condiciones de trabajo precarias, bajos salarios y poca protección social, lo que perpetúa su vulnerabilidad económica y social. Este fenómeno evidencia cómo las desigualdades de género y las brechas en los sistemas de cuidado globales desplazan a las mujeres hacia sectores tradicionalmente desvalorizados, reproduciendo inequidades tanto en los países de origen como en los de destino.
Además, las cifras demuestran una diferencia significativa en la inserción laboral de mujeres migrantes frente a otros grupos. En 2022, el 28,8% de las mujeres migrantes trabajaban en la economía del cuidado, en comparación con sólo el 12,4% de los hombres migrantes, el 19,2% de las mujeres no migrantes y apenas el 6,2% de los hombres no migrantes.
La fuerza laboral migrante internacional se concentra predominantemente en países de ingreso alto, que atraen al 68,4% de los trabajadores migrantes, mientras que los países de ingreso medio albergan al 17,45%. Sin embargo, América del Norte, tradicionalmente un destino clave, ha registrado una ligera disminución en su porcentaje de migrantes internacionales ocupados, pasando del 23,8% al 22,6% en la última década.
Según la OIT, esta tendencia está estrechamente vinculada a los cambios en las políticas migratorias, especialmente durante la administración de Donald Trump en Estados Unidos y el endurecimiento de las normativas migratorias en Canadá.

También le puede interesar: Crisis del Icetex y recortes presupuestales ponen en riesgo a miles de estudiantes
Mujeres migrantes Sobrevivientes del Darién denuncian violaciones, robos, ataques y secuestros
El norte de América del Sur se ha convertido en una zona de tránsito clave para migrantes provenientes tanto de la subregión como de otras partes del mundo. A menudo, estas personas son asistidas por grupos armados para emprender peligrosas travesías con la esperanza de llegar a América del Norte.
Uno de los tramos más difíciles de este recorrido es el cruce del Tapón del Darién, una selva tropical densa que conecta Colombia y Panamá. Atravesarla implica días de caminata en condiciones extremas, sin agua, alimentos ni servicios sanitarios, exponiendo a los migrantes a riesgos mortales y violaciones graves a sus derechos humanos.
Luisa Ramírez, una joven de 20 años oriunda de Soacha, Bogotá, compartió su desgarradora experiencia en una entrevista con Más Colombia. Trabajadora de un call center, ahorró 900 mil pesos colombianos para iniciar su travesía hacia el sueño americano, creyendo que este le permitiría ayudar económicamente a su familia.
Durante el cruce del Darién, fue extorsionada y, al presenciar agresiones sexuales hacia otras mujeres, recurrió a untarse barro y materia fecal para evitar ser violada. “Solo me pegaron, pero logré sobrevivir”, relata. Hoy, Luisa trabaja cuidando niños en Estados Unidos por 100 dólares semanales, apenas suficiente para cubrir lo necesario. “No esperaba esto al llegar aquí, pero regresarme también es peligroso”, concluye.

Entre abril de 2021 y diciembre de 2023, Médicos Sin Fronteras brindó atención a 1.236 personas que fueron víctimas de violencia sexual durante el cruce del Tapón del Darién. En enero de 2024, la organización documentó otros 120 casos. Sin embargo, advierten que estas cifras representan sólo una fracción del total de víctimas, ya que muchos incidentes permanecen sin ser reportados.
La ola migratoria de colombianos evidencia las fallas del Estado colombiano para ofrecer condiciones que permitan retener y aprovechar el talento y los conocimientos de su población. Según cálculos del MPI, cerca de 300.000 colombianos residen de forma irregular en Estados Unidos, lo que equivale a aproximadamente el 18% de la comunidad colombiana en ese país. Esta cifra, que podría ser incluso más alta debido a los registros de ingresos en 2024, posiciona a los colombianos entre las diez principales nacionalidades con mayor número de indocumentados en territorio estadounidense.
En un contexto global donde 167,7 millones de migrantes forman parte de la fuerza laboral mundial, según la OIT, las historias de las mujeres colombianas migrantes en España revelan una realidad cruda y alarmante. El «Macroestudio sobre trata, explotación sexual y prostitución de mujeres» del Gobierno español evidencia que el 28,3 % de las mujeres en situación de prostitución en el país son colombianas, superando incluso a las nacionales españolas.
Muchas de ellas, jóvenes de entre 18 y 24 años, son víctimas de promesas laborales engañosas que las conducen a redes de explotación sexual. Este panorama no solo pone de manifiesto las desigualdades estructurales y de género que enfrentan las mujeres migrantes, sino que también refleja la urgencia de políticas migratorias y laborales que no solo protejan sus derechos, sino que también aborden las causas profundas que las empujan a emigrar.
El panorama de vulnerabilidad que enfrentan las mujeres migrantes, especialmente aquellas en situaciones de explotación laboral y sexual, pone en evidencia la gran deuda del Ministerio de Igualdad y Equidad con ellas. A pesar de los esfuerzos internacionales y las políticas prometidas, los derechos de estas mujeres continúan siendo ignorados, y sus historias de resiliencia se desarrollan en medio de violaciones constantes a su dignidad.