Mujeres y jóvenes, los más golpeados por el desempleo en Colombia
Preocupa el desempleo en Colombia. En un mercado laboral todavía marcado por la desigualdad, las cifras más recientes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) revelan una persistente brecha de género y un panorama especialmente crítico para los jóvenes.
Los boletines técnicos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) para el trimestre móvil marzo-mayo de 2025, centrados en el análisis por sexo y juventud, evidencian la urgencia de políticas públicas eficaces para cerrar las brechas estructurales del empleo en Colombia.
Las mujeres siguen en desventaja
Durante el trimestre analizado, la tasa de desocupación femenina fue del 11,8%, frente a un 7,2% en los hombres. Esta diferencia de 4,6 puntos porcentuales refleja una brecha sostenida en el acceso al empleo. Pero los desafíos van más allá del desempleo en Colombia: las mujeres también participan menos en el mercado laboral.
La Tasa Global de Participación (TGP) fue de 76,7% en los hombres, mientras que en las mujeres apenas alcanzó el 52,5%, una diferencia de 24,2 puntos. La Tasa de Ocupación (TO) también mostró un desfase significativo: 71,2% en hombres frente a 46,3% en mujeres. En otras palabras, las mujeres enfrentan más obstáculos no solo para conseguir empleo, sino también para mantenerse activamente vinculadas al mundo laboral.
En términos geográficos, la desigualdad se acentúa en zonas rurales. La mayor brecha de desocupación se registró en Centros Poblados y el Rural Disperso, con 7,8 puntos de diferencia (12,5% en mujeres y 4,7% en hombres). También se observaron diferencias significativas en «otras cabeceras» (5,6 p.p.) y en las 10 principales ciudades (4,5 p.p.), lo que subraya la necesidad de intervenciones territoriales focalizadas.
En cuanto a los sectores económicos, las mujeres se concentran en actividades como Comercio y reparación de vehículos (1,88 millones), Administración pública, educación y salud (1,78 millones), Actividades artísticas y de servicios (1,32 millones), y Alojamiento y servicios de comida (1,2 millones). Por posición ocupacional, predominan como empleadas particulares (4,51 millones), trabajadoras por cuenta propia (3,74 millones) y empleadas domésticas (637.000), lo que refleja una fuerte segregación ocupacional en sectores de baja remuneración y menor protección social.
Las cifras del DANE confirman que la desigualdad laboral entre mujeres y hombres en Colombia sigue siendo profunda y estructural, mientras la tasa de desocupación femenina alcanza el 11,8%, la masculina es del 7,2%, y solo el 52,5% de las mujeres participan en el mercado laboral frente al 76,7% de los hombres. A esto se suma la fuerte concentración femenina en sectores informales y de bajos ingresos, y las mayores brechas en zonas rurales, lo que refleja un panorama donde el acceso al empleo digno para las mujeres sigue siendo una promesa incumplida.
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Jóvenes: leve mejoría, pero aún en alerta
El panorama tampoco es alentador para los jóvenes entre 15 y 28 años. Aunque la tasa de desocupación juvenil bajó del 17,9% al 15,7% en comparación con el mismo periodo de 2024, sigue siendo muy superior al promedio nacional. La Tasa Global de Participación también disminuyó levemente (de 55,0% a 54,4%), mientras que la Tasa de Ocupación aumentó marginalmente (de 45,2% a 45,9%).
Pero lo más preocupante es la persistencia de los llamados “ninis”: jóvenes que no estudian ni trabajan. Según el DANE, 2,5 millones de jóvenes —el 22,5% del total— se encuentran en esta situación. La brecha por género es contundente: el 15,2% de las mujeres jóvenes no están estudiando ni trabajando, frente al 7,4% de los hombres. Este dato refleja una doble exclusión para las mujeres jóvenes, afectadas por barreras educativas, económicas y culturales.
Los sectores que más emplean jóvenes son Comercio y reparación de vehículos (19,3%) y Agricultura, ganadería, caza y pesca (15,2%). En términos de posición ocupacional, predominan los obreros y empleados particulares (56,6%) y los trabajadores por cuenta propia (32,3%). Esta última categoría fue la que más aportó al incremento de la ocupación juvenil, con una contribución de un punto porcentual.
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La política pública, aún sin respuestas eficaces
Las cifras del DANE sobre el desempleo en Colombia son un llamado urgente a la acción. Las brechas persistentes, tanto por género como por edad, muestran que los programas actuales no están logrando reducir la exclusión laboral. Se requieren medidas más ambiciosas: programas de formación alineados con las necesidades del mercado, incentivos al emprendimiento con enfoque de género y juventud, y mejoras en los canales de intermediación laboral.
Para cerrar la brecha de género, es clave facilitar la conciliación entre trabajo y familia, combatir la segregación ocupacional y garantizar condiciones laborales dignas en sectores altamente feminizados. En el caso de los jóvenes, urge invertir en educación técnica y superior pertinente, y promover políticas que faciliten la primera inserción laboral.
En este sentido, el Sistema Nacional de Cuidado debe estar plenamente articulado a esta problemática el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es una condición indispensable para que más mujeres puedan participar y permanecer en el mercado laboral.
En el caso de los jóvenes, urge invertir en educación técnica y superior pertinente, y promover políticas que faciliten la primera inserción laboral. Particular atención debe prestarse al fenómeno de los “ninis”, especialmente mujeres jóvenes, quienes enfrentan una exclusión múltiple que limita su desarrollo y su aporte a la sociedad.
El desempleo en Colombia es un reto estructural impostergable
Superar estas desigualdades no es solo una cuestión de equidad, sino una necesidad para el desarrollo sostenible del país. La construcción de un mercado laboral más inclusivo permitirá no solo reducir la pobreza y la informalidad, sino también aprovechar el potencial de millones de mujeres y jóvenes que hoy permanecen al margen de la economía. Los datos del DANE ponen el problema sobre la mesa. Falta ahora decisión política para traducir esa evidencia en soluciones concretas.
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