Presupuesto 2026: las regiones que el Estado volvió a olvidar

El Presupuesto General de la Nación (PGN) 2026, aprobado por el Congreso por un monto de $546,9 billones, será el cierre fiscal del gobierno de Gustavo Petro. Sin embargo, detrás de las cifras récord y los discursos sobre “justicia social” se esconde un problema estructural que el país no ha resuelto en décadas: la inequidad territorial en la distribución del gasto público.
Mientras el Ejecutivo celebra la aprobación del presupuesto más alto de la historia, los datos del regionalizado revelan un panorama muy distinto: las tres regiones más ricas del país (Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca) concentrarán cerca del 24% de los recursos de inversión, equivalentes a $19,8 billones, mientras que la Orinoquia y la Amazonia juntas recibirán apenas el 0,61%, unos $3,3 billones, a pesar de representar más de la mitad del territorio nacional.
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La “Media Colombia” marginada del desarrollo
La Media Colombia (que abarca departamentos como Arauca, Guainía, Guaviare, Vichada y Amazonas) sigue siendo invisible en las cuentas nacionales.
- Arauca, otrora productor clave de hidrocarburos, apenas recibirá 0,10% del presupuesto nacional (unos $564.000 millones).
- Vichada tendrá 0,06% ($335.000 millones), una reducción de $131.000 millones frente a 2025.
- Guainía y Amazonas apenas recibirán entre $222.000 y $309.000 millones, cifras simbólicas frente a su importancia ambiental.
La inequidad es aún más notoria si se compara con las regiones del centro del país: Bogotá recibirá $6,7 billones, Antioquia $6,8 billones y Valle del Cauca $4,2 billones. El resultado: un país hipercentralizado, donde los recursos públicos refuerzan la brecha histórica entre el interior y la periferia.
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Sectores estratégicos perdieron en el Presupuesto 2026
Los sectores de educación ($88,2 billones), salud ($78,1 billones) y trabajo ($56,7 billones) mantienen la prioridad del gasto social. En contraste, sectores estratégicos para el desarrollo regional como agricultura, vivienda y medio ambiente sufrieron recortes frente a 2025.
- Educación aumenta su asignación global, pero la inversión en infraestructura educativa rural se reduce.
- Vivienda pierde cerca de $1,7 billones, afectando programas como Mi Casa Ya y obras de acueducto en regiones apartadas.
- Medio ambiente, clave para la Amazonia, apenas recibirá $1,24 billones, tras una reducción de $78.000 millones.
- Defensa y Policía mantienen una participación alta ($65,7 billones), pese a la promesa presidencial de reducir el gasto militar.
Mientras tanto, la Presidencia de la República incrementa su presupuesto en $300.000 millones para el Fondo Paz, una decisión que críticos califican como una chequera política en año preelectoral.
El Pacífico, otro gran perdedor
El rezago no solo golpea a la Amazonia y la Orinoquia. El Pacífico colombiano también volvió a quedar rezagado. El senador Carlos Fernando Motoa denunció que el dragado del canal de acceso al puerto de Buenaventura, obra clave para la competitividad del país, quedó fuera del presupuesto por segundo año consecutivo.
Del 4,8% asignado al Valle del Cauca, casi $1 billón va a infraestructura vial, pero nada al dragado. Para Motoa, esto evidencia “la falta de compromiso del Gobierno con el desarrollo del Pacífico”, una región que concentra el 60% del comercio exterior del país.
Centralización y déficit de confianza
El desequilibrio regional no solo es una cuestión de cifras, sino de modelo de Estado. El economista Jorge Iván González advierte que la estructura del presupuesto sigue siendo sectorizada y departamentalizada, sin avanzar hacia un presupuesto por programas, lo que impide planear y coordinar políticas entre nación y territorios.
En la práctica, esto significa que las decisiones sobre inversión continúan centralizadas en Bogotá, y que los departamentos deben competir por migajas en un sistema político que favorece la discrecionalidad y la negociación coyuntural.
La paradoja es que, mientras el Gobierno habla de descentralización y justicia territorial, el presupuesto nacional sigue concentrado en las mismas manos de siempre, y los mecanismos de participación regional (como el Sistema General de Regalías) no logran compensar la inequidad estructural.
El presupuesto que divide al país
El Presupuesto 2026 cierra el ciclo de Gustavo Petro entre promesas de equidad y resultados desiguales. A pesar del aumento en el gasto total, el país avanza hacia una mayor concentración del poder fiscal, una deuda pública que limita la inversión y una desigualdad regional que se profundiza.
La Media Colombia, la Amazonia y el Pacífico (territorios ricos en biodiversidad, agua y recursos naturales) siguen siendo pobres en presupuesto y voz política. El gran desafío para el próximo gobierno será romper este patrón histórico, construir un modelo de asignación más justo y hacer que el gasto público deje de ser un reflejo del mapa electoral.
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Mientras tanto, el presupuesto más alto de la historia sigue sin llegar a donde más se necesita.