La rebaja de la calificación crediticia de Colombia ya pasa la factura: crédito caro y menos inversión
La rebaja de la calificación crediticia de Colombia encarece la deuda, presiona el presupuesto y amenaza inversión, empleo y gasto social en 2026.
La rebaja de la calificación crediticia de Colombia dejó de ser un asunto técnico para convertirse en un problema cotidiano. La decisión de Fitch Ratings de bajar la nota soberana del país a BB, sumada a las advertencias de S&P y Moody’s, implica más intereses, menos margen fiscal y un ajuste que terminará sintiéndose en el bolsillo de los ciudadanos, justo cuando la economía enfrenta bajo crecimiento, recorte presupuestal y año electoral.
¿Qué significa la rebaja de la calificación crediticia de Colombia?
La rebaja de la calificación crediticia de Colombia implica que el país es percibido como más riesgoso para los inversionistas. En la práctica, esto se traduce en una sola cosa: prestarle al Estado colombiano será más caro.
Fitch redujo la calificación de BB+ a BB, manteniendo perspectiva estable, pero con un diagnóstico claro:
- Déficits fiscales persistentemente altos
- Ausencia de un ancla fiscal creíble
- Rigidez extrema del gasto público
- Dificultad política para subir ingresos o recortar gasto
Colombia se consolida así en grado especulativo, alejándose de países como Chile o Perú y acercándose a economías con mayor estrés fiscal.

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Déficit fiscal: el dato que explica la rebaja
Según Fitch, el déficit del Gobierno central:
- Cerrará 2025 en 6,5% del PIB
- Subirá a 7,5% del PIB en 2026, muy por encima de la meta oficial (6,2%)
Este deterioro no obedece a una crisis externa, sino a:
- Crecimiento del gasto primario del 13% en 2025
- Falta de reformas estructurales
- Caída de medidas para cerrar el hueco fiscal de $16 billones
La mejora temporal en intereses se explica solo por recompras de deuda, no por ajuste real.
La deuda sube y los intereses se comen el presupuesto
La rebaja de la calificación crediticia de Colombia también responde al aumento acelerado de la deuda:
- Deuda del Gobierno General:
- 59% del PIB en 2025
- 62,8% del PIB en 2027
- Promedio de países con calificación BB: 54,4% del PIB
Más grave aún es la carga de intereses:
- Intereses volverán a subir hasta 15,4% de los ingresos en 2026
- El promedio de países similares es 11,6%
Hoy, 31% de los ingresos públicos ya se destinan al pago de la deuda, reduciendo el espacio para inversión social.

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El problema estructural: 88% del gasto es intocable
Uno de los puntos más críticos señalados por Fitch es la rigidez del presupuesto. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Hacienda, el 88% del gasto público está comprometido en: salarios, pensiones, transferencias e intereses.
Esto significa que cualquier ajuste termina cayendo sobre la inversión, las obras, los programas y los contratos. En otras palabras: cuando no hay plata, el recorte no se siente arriba, se siente abajo.
El recorte presupuestal 2025 se cruza con la rebaja crediticia y agrava el ajuste
El recorte presupuestal 2025, que ya suma $14,3 billones, no ocurre en el vacío. Coincide con la rebaja de la calificación crediticia de Colombia y con un deterioro acelerado de la confianza fiscal, lo que reduce aún más el margen de maniobra del Estado.
Con deuda más cara y mayor presión de los mercados, cada peso recortado hoy busca enviar una señal de ajuste, pero termina trasladando el costo a la inversión pública, el empleo estatal y la ejecución de programas clave para la economía real.
En este contexto, el recorte presupuestal 2025 funciona como un ajuste forzado para contener el déficit fiscal, que cerraría el año en 6,2% del PIB, y una deuda pública que ronda el 57% del PIB. El problema es que, con más del 88% del gasto comprometido en pensiones, salarios, transferencias e intereses, el recorte no puede tocar los rubros rígidos y se concentra, inevitablemente, en lo que sí mueve la economía: obras de infraestructura, contratación pública y proyectos productivos en las regiones.
La consecuencia es un ajuste que no se siente en los balances, sino en la vida diaria. El recorte presupuestal 2025 se traduce en menos obras visibles, menos empleo público y menos capacidad del Estado para sostener el crecimiento en un momento de desaceleración. En lugar de ser un ajuste ordenado, el recorte corre el riesgo de profundizar el enfriamiento económico y dejar a Colombia entrando a 2026 con menos inversión, menos trabajo y mayor presión social.

Año electoral y sin margen fiscal
La rebaja llega en el peor momento: 2026 será año electoral, habrá Ley de Garantías y el próximo gobierno recibirá un escenario fiscal limitado y vigilado. Además, las calificadoras advierten que nuevas rebajas no están descartadas si no aparece un plan fiscal creíble después de las elecciones. Fitch, S&P y Moody’s coinciden en algo: el problema no es coyuntural, es estructural.
Colombia aún conserva fortalezas macroeconómicas, pero ya no son suficientes para compensar el elevado déficit, la deuda creciente, la falta de reglas fiscales claras tras la aplicación de la cláusula de escape de la Regla Fiscal y el bajo crecimiento económico.
La rebaja de la calificación crediticia de Colombia no es solo una mala noticia para los mercados: es una señal de alerta para toda la economía. Más deuda significa menos margen, más intereses y decisiones difíciles que, como casi siempre, terminan afectando a los hogares, los trabajadores y los pequeños negocios. El costo de la pérdida de confianza no se paga en Wall Street: se paga en la vida diaria.
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