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viernes, 14 de marzo de 2025
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Reducirán la ciclorruta, tumbarán miles de árboles, desviarán carros: Experto analiza Corredor Verde de la 7

Desde que fue presentado, el Corredor Verde que la Alcaldía de Bogotá quiere construir por la carrera Séptima ha levantado ampolla. Hablamos con Mario Noriega, arquitecto y urbanista, sobre la obra y lo que implicaría para la ciudad. Entrevista.
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En pocas palabras, ¿qué es y en qué va el Corredor Verde de la carrera Séptima, en Bogotá?

Es el séptimo intento con el que una administración distrital busca solucionar los problemas de movilidad y deterioro que tiene la carrera Séptima, la vía más emblemática de Bogotá. 

Y está en una situación muy complicada porque, tal como está diseñado, no solo no soluciona los problemas existentes sino que los empeora a lo largo de sus 22 kilómetros. 


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La gran apuesta del Corredor Verde es, justamente, lo verde. ¿Qué tanto mejorará la vía en términos de la arborización y de los espacios verdes?

Precisamente lo verde es el primer problema del proyecto, porque no es con árboles y plazoletas que se solucionan las necesidades de movilidad que tiene una ciudad de más de siete millones de habitantes, que curiosamente es una de las pocas ciudades de ese tamaño en el mundo que no cuenta todavía con una red de metro. 

Por otra parte, es importante resaltar que ni siquiera lo verde funciona bien en este proyecto. De construirse lo que está proponiendo la Alcaldesa, aproximadamente 3.000 árboles de la carrera Séptima y otros 400 de la Carrera 11 serán talados, a pesar de que muchos de ellos están ya maduros y llevan décadas creciendo para alcanzar su tamaño actual. En mi opinión, cualquier cifra que supere los 500 árboles tumbados en un proyecto como este, debe entenderse como un arboricidio. 

El llamado Corredor Verde es la alternativa de la Alcaldesa, Claudia López, al proyecto de TransMilenio por la Séptima de su antecesor, Enrique Peñalosa. ¿En qué se diferencian ambos proyectos y qué tienen en común? 

Ambos proyectos tienen en común que dependen de carriles exclusivos para buses de gran tamaño y usan largas estaciones en las que se concentran y aglomeran los pasajeros que utilizan una tarjeta prepagada para entrar a la plataforma de acceso a los buses. Eso se denomina BRT (Bus Rapid Transit) en todas partes. 

El BRT del Corredor Verde es el mismo del proyecto de Peñalosa y eso se reconoce en Bogotá como TransMilenio. La diferencia es que, como en la carrera Séptima no cabe este sistema, a Peñalosa le tocaba reducir excesivamente los andenes, afectar muchos predios privados y hacerle un recorte grande al Parque Nacional. Por eso los jueces pararon el proyecto.


Para que quepa el BRT, o TransMilenio, el nuevo proyecto reduce el espacio para el tráfico mixto (taxis, buses escolares, motos, vehículos de reparto y carros particulares) y lo desvía por calles que ya están saturadas de tráfico, empeorando la movilidad del borde oriental entre la calle 200 y el centro de la ciudad. 

El llamado Corredor Verde también reduce el espacio destinado a las bicicletas, dejando apenas un carril de 1,10 metros de ancho en cada sentido para que los ciclistas avancen en fila india. Eso se ve en los renders.   

Pese a la polémica que generó cuando fue instalada, la ciclorruta que hoy funciona en la carrera Séptima demostró ser altamente concurrida. ¿Qué impacto tendrá el corredor verde sobre esta ciclorruta?

Esa ciclorruta improvisada, que comienza en la calle 106 y llega hasta la calle 32, ocupa un carril completo del tráfico mixto y demuestra exactamente cómo eliminar un solo carril complicó la movilidad a lo largo de la carrera Séptima. 

Como ya lo dije, en el proyecto se mantiene una ciclorruta en dos sentidos, pero se reduce su ancho y no se precisa si se conecta con otras ciclorrutas. 

Miremos ahora el tema de los carros, o lo que llaman el tráfico mixto, que es el conformado por carros particulares, motocicletas, taxis, buses escolares y vehículos de reparto, entre otros. ¿Qué espacio tendrán para circular?

Según el estudio de ‘Factibilidad Técnica’ para el Corredor Verde, elaborado por la Secretaría de Movilidad de Bogotá  en enero de 2021, el 94% de los vehículos que utilizan la carrera Séptima son lo que se denomina tráfico mixto. Obviamente, si se limita su movilidad por la carrera Séptima, estos vehículos se van a desviar y afectarán otras vías y barrios del corredor oriental. 

El trauma que va a generar este proyecto será en los dos sentidos, es decir, tanto norte-sur como sur-norte.

Hoy, desde la calle 182 hasta la 100 el tráfico mixto comparte con los buses 6 carriles. Además, en varios giros importantes, especialmente de acceso a barrios, hay carril adicional para doblar a la izquierda. Todo esto cambia con el proyecto, y entre la calle 200 y la 100 solamente van a quedar 2 carriles en cada sentido, con problemas para doblar a la izquierda de ida y vuelta porque no hay espacio para el carril de espera. 


A partir de la calle 94, se eliminan los tres carriles actuales en dirección norte-sur. 

También me preocupa que varios accesos a barrios y cruces entre el oriente y el occidente de la carrera Séptima no están definidos. Según el IDU, todavía están en estudio.

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¿Es cierto que el tráfico mixto que vaya en dirección norte-sur no podrá circular de manera continua por la carrera Séptima?

El tráfico mixto continuo entre la calle 92 y la 34 se elimina en su totalidad. Para entrar a los predios con frente sobre la carrera Séptima se utilizarán andenes que compartirán peatones y vehículos. Así está en los planos que utiliza el IDU  para hacer los renders

Al no haber una circulación continua en el sentido norte-sur de la carrera Séptima, y al desviar una parte considerable del tráfico mixto a otras a carreras, el Corredor Verde tendrá un impacto considerable no solo en la Séptima sino también en sus zonas aledañas. ¿Qué deben esperar los vecinos de la franja oriental de la ciudad?

Exactamente lo mismo que pasa hoy en día cuando hay un accidente en la Séptima o en la Circunvalar, es decir, un reguero de carros pasando por calles de barrios que no están diseñadas para tráfico pesado, sin señalización, con andenes insuficientes y sin continuidad. 

Habrá mucho ruido, congestión, accidentes, deterioro y, posiblemente, desvalorización inmobiliaria para predios de todos los estratos.  

¿Y qué pasará con vías como la Circunvalar y la Carrera 11?

La Circunvalar no está lista para recibir tráfico adicional al actual. Es evidente por  las congestiones que se presentan en horas pico en los dos sentidos. Además, los puentes anunciados no eliminan los trancones; solamente los trasladan. Los problemas geológicos que tiene esta vía no se han solucionado. 


Si hay derrumbes —como ya los ha habido— o inestabilidad geológica en las calzadas, un cierre en la única opción de acceso o regreso del centro por el costado oriental paraliza esta parte de la ciudad. 

Y desviar el tráfico por la carrera 11, incluyendo un carril adicional, porque hoy ya está saturada, es posiblemente la peor solución que se le pudo ocurrir a algún funcionario. 

Si se incluyen los dos bicicarriles y los cuatro carriles para tráfico mixto que mostró la alcaldesa en un render, habrá que talar todos los árboles que hay actualmente en los andenes entre la calle 100 y la 64. ¡Todos!. 

Además, tendrán que reducir el ancho de los andenes en algunos tramos, hasta llegar a menos de 1,50 metros. Y estoy ansioso por ver cómo solucionan el empalme de cuatro carriles con doble giro en menos de 80 metros en la calle 64 para empalmar con tres carriles de la carrera 13. 

Si la Alcaldesa entendiera algo de urbanismo le debería pedir la renuncia inmediata al funcionario que le sugirió esa solución. 

A pesar de que se ha hablado del tema durante meses, el llamado Corredor Verde de la carrera Séptima no ha sido aprobado. ¿Por qué ha resultado tan difícil llegar a acuerdos?

La alcaldesa López dice que el proyecto está aprobado, porque al contrario de lo que opinan todos los que entienden del tema, ella es la única persona que insiste en que esto no es un TransMilenio. Y sus asesores no se atreven a contradecirla.  Pero cada vez que lo explica y la ciudadanía lo entiende se genera más preocupación y oposición. Hoy ya hay grupos ‘defendiendo la Séptima’ en Usaquén, Chapinero y Teusaquillo. 

Lo más preocupante es que todos los intentos por ajustar el proyecto que anuncia el IDU se basan en maromas para disfrazar el TransMilenio.  


Usted es crítico de aspectos centrales del Corredor Verde. En su concepto, ¿qué se debería hacer con esta tradicional vía capitalina?

No es muy difícil. El primer paso es quitarse de la cabeza la idea de que, sea como sea, hay que meter un TransMilenio por donde no cabe. 

Con el espacio que hay es posible tener amplios andenes arborizados, tráfico mixto compartido con buses o tranvías y además paraderos distribuidos para garantizar actividad a lo largo de toda la vía. Con el diseño se deben evitar las grandes concentraciones de pasajeros y los trechos desolados entre los paraderos, como sucede hoy en la avenida Caracas. 

Sin lugar a dudas, el transporte público debe tener prioridad, pero eso requiere manejar más variables. Por ejemplo: qué hacer con el tráfico mixto y cómo mejorar la movilidad para no depender del vehículo privado. 

Hay ejemplos de vías maravillosas con buses o tranvías en muchas ciudades del mundo para aprender: Paseo de Gracia (Barcelona, España), Champs-Elysées (París, Francia), Market Street (San Francisco, Estados Unidos), Quinta Avenida (Nueva York, Estados Unidos), Unter den Linden (Berlín, Alemania), La Gran Vía (Madrid, España), Avenida de Mayo (Buenos Aires, Argentina)… Ojo: todas sin TransMilenios. 

Entender que “la ciudad no es un árbol”, como lo explicó y desarrolló claramente Christopher Alexander, es otro paso. Tejer la ciudad como un sistema de redes superpuestas que no dependa solamente de troncales es esencial para asignarle su función a la carrera Séptima.  

Y otro tema que está totalmente olvidado del análisis de Corredor Verde y que es fundamental para determinar la calidad de una vía es definir cómo se deben desarrollar sus bordes. Se debe establecer la altura de los edificios, de acuerdo con la escala y el ancho de la calle y sobre todo con usos del suelo que respeten lo que existe. El ideal es que no se expulsen residentes ni actividades comerciales por forzar una renovación urbana centrada en la especulación inmobiliaria.

Es simplemente partir de respetar la ciudad existente y lo que se ha construido durante varias generaciones. No es mucho pedir.


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