En San Vicente de Chucurí ya no nacen niños: el hospital se apaga entre deudas y dolor
El hospital de San Vicente de Chucurí sufre deuda de las EPS por $2.000 millones. Pacientes denuncian abandono, no hay atención de partos, ni medicamentos y la consulta externa amenaza con desaparecer.

San Vicente de Chucurí, Santander, enfrenta una crisis hospitalaria que deja a más de 36.000 habitantes sin atención de partos, acceso a medicamentos y con el riesgo de perder la consulta externa, debido a una deuda de $2.000 millones que las EPS no han pagado.
En San Vicente de Chucurí los pacientes esperan atención que nunca llega
El hospital de la capital cacaotera de Colombia dejó de ser un lugar de alivio y se convirtió en una puerta cerrada para cientos de habitantes. La gente llega con la esperanza de recibir atención, pero termina regresando a casa sin una respuesta clara.
“Vine a reclamar unos exámenes que me mandé a hacer hace ocho días, pero encontré el hospital cerrado. No sé qué está pasando con nuestro hospital”, relató un usuario. La escena se repite a diario: personas que viajan desde las veredas, gastan dinero en transporte y descubren al llegar que la consulta externa no funciona.
Otros enfrentan situaciones más graves. “Pues difícil, porque uno viene del campo a buscar atención y le toca perder la plata del pasaje. Le dicen que no hay servicio y no atienden a nadie”, contó otro paciente. La frustración se acumula en quienes ya no encuentran en el hospital una solución, sino un obstáculo más.
La falta de atención golpea especialmente a quienes tienen enfermedades crónicas o urgencias. La comunidad habla de citas reprogramadas sin aviso, de puertas cerradas y de pasillos vacíos donde antes había vida y movimiento.
Historias de dolor en un hospital que ya no responde
La crisis del hospital de San Vicente de Chucurí no se mide solo en cifras. Se mide en vidas perdidas y en dolores que pudieron evitarse.
Johana recuerda cómo su padre sufrió un accidente cerebrovascular. “Mientras bajamos de la finca al hospital ya había pasado mucho tiempo. Luego tocó esperar a que hubiera una ambulancia para llevarlo a Bucaramanga. Cuando llegamos ya era demasiado tarde”.
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El drama se repite en emergencias menos letales, pero igual dolorosas.
“Mi esposo se cayó mientras arreglaba una teja de la casa. Nos fuimos al hospital, pero no había ambulancia. Nos tocó viajar en un bus de transporte municipal, él con una fractura en el brazo, con todo el dolor porque aquí no le hicieron nada”.
Doña Delia Parra, vecina del municipio, ha sentido en carne propia el deterioro. “Hace varios meses que ha desmejorado la atención, no hay médicos, menos especialistas, porque las EPS le deben un montón de plata al hospital y no tienen con qué subsistir”.
Su experiencia con el sistema resume la frustración de muchos. “Estamos ahí sin medicamentos, las EPS no nos solucionan y ha habido bastante problema por eso. Nos toca irnos para Bucaramanga con cualquier especialista y la mayoría somos del campo, se nos dificulta muchísimo trasladarnos también por la cuestión económica”.
El calvario de los trámites es otro obstáculo.
“Le dicen a uno que mande un correo electrónico y muchas personas apenas sabemos mandar un WhatsApp. Otras no tienen señal de celular en el campo. Entonces se pasa el tiempo, toca volver a empezar con el médico general y esperar otra vez meses”.
El abandono se refleja también en los especialistas que dejaron de llegar. “Hace unos meses todavía venía el internista, el pediatra y el ginecólogo, pero dejaron de venir porque no les pagan”.
Y hay una frase que golpea fuerte: “Aquí no nacen chucureños. Todos los niños tienen que nacer en Floridablanca, Bucaramanga o Piedecuesta”.
Ni siquiera los medicamentos están garantizados.
“El médico formula unas pastillas y en la farmacia no hay. Lo devuelven a uno para que el médico le cambie la fórmula o que espere quince días. Entonces nos toca comprarlas de nuestro bolsillo porque no hay de otra”.
La voz de doña Delia no es aislada: es el retrato de lo que viven cada día cientos de familias en un municipio que ve cómo su hospital se apaga.
La deuda de 2.000 millones que asfixia al hospital
El hospital de San Vicente de Chucurí, es un hospital público de orden departamental, hoy arrastra una deuda que supera los 2.000 millones de pesos. La causa está en los pagos incompletos y tardíos de las Entidades Promotoras de Salud- EPS.
El gobernador de Santander, Juvenal Díaz, explicó cómo la situación se volvió insostenible. El hospital factura cerca de 700 millones de pesos mensuales, pero recibe apenas una fracción. “Antes giraban 400 millones para cuentas de 600 millones, ahora solo envían 200 millones”, señaló.
Ese flujo irregular de recursos terminó por romper las finanzas de la institución. “No tenemos con qué pagarle a los médicos porque las EPS no le están pagando al hospital,” advirtió el mandatario.
La advertencia más dura fue sobre los servicios. “Nos vamos a ver en la obligación de cerrar la consulta externa, porque no tenemos con qué pagar a los médicos. Tendríamos que quedarnos únicamente con urgencias y la ambulancia”, dijo Díaz.
La deuda afecta directamente a más de 18.000 habitantes usuarios del hospital, dentro de un municipio con más de 36.000 habitantes. Para ellos, cada reducción en los giros se traduce en menos médicos, menos atención y más riesgo.
El gobernador reiteró que, aunque la Gobernación hará esfuerzos de mediación, el problema supera las capacidades del departamento. “Necesitamos la intervención del ministro de Salud. Sé que él no está de acuerdo con que las EPS no paguen, pero necesitamos su gestión para evitar el colapso del servicio”, concluyó.
El silencio institucional y la renuncia que dejó al hospital a la deriva
A la crisis financiera se suma una tormenta administrativa que dejó al hospital sin rumbo. La gerente Zulma Arenas presentó su renuncia con un mes de anticipación. Pese a la advertencia, no se implementó un plan de contingencia ni se hizo un empalme ordenado.
La salida de Arenas dejó vacíos en la dirección de la entidad. El nuevo gerente ha sido cuestionado por su falta de experiencia y por el desconocimiento del territorio. “He tratado de buscar una cita con él, pero el señor no se encuentra. Es un gerente sin conocimiento, sin cercanía con la comunidad”, denunció la concejal Nelly Díaz.
Los líderes locales piden respeto para la salud de los chucureños
La crisis en San Vicente de Chucurí no ha pasado desapercibida para sus líderes locales. La concejal Nelly Díaz, quien además es profesional de la salud, alzó la voz contra lo que considera un trato injusto hacia su municipio.
“San Vicente de Chucurí no merece seguir siendo tratado con tanta indiferencia y tanta irresponsabilidad. La salud de los chucureños merece respeto. Hoy muchas personas tuvieron que irse a su casa sin ser atendidas porque consulta externa está cerrada y no se encargan de contactar a los pacientes para reprogramarles la cita”, señaló.
Díaz insistió en que su papel como concejal puede ser limitado frente a una institución que depende del orden departamental, pero advirtió que eso no la exime de denunciar lo que ocurre. “El que calla también es cómplice. Mi obligación es visibilizar las falencias, porque la falta de personal y la demora en la atención son señales de que el hospital está en riesgo”.
La comunidad también ha hecho sentir su voz. Líderes de la zona piden al Ministerio de Salud que intervenga de inmediato para que las EPS cumplan con los pagos atrasados. Según ellos, el silencio del Gobierno Nacional y la falta de decisiones concretas permiten que el hospital siga hundiéndose en deudas mientras los pacientes sufren las consecuencias.
Cada protesta, cada carta enviada a las entidades de control y cada reunión comunitaria busca lo mismo: que la salud deje de ser un privilegio y vuelva a ser un derecho garantizado en San Vicente de Chucurí.
En San Vicente de Chucurí ya no nacen niños
El hospital perdió una de sus funciones más vitales: atender partos. Hoy, ninguna madre puede dar a luz en el municipio,no hay atención ginecológica. La escena que antes unía a las familias en la sala de maternidad ya no existe.
“Hace mucho tiempo que aquí no nacen chucureños”, dijo doña Delia Parra. Su afirmación no es solo un dato médico, es la muestra de cómo la comunidad quedó sin la posibilidad de que sus hijos lleguen al mundo en su propio territorio.
Cada embarazo implica un viaje a Bucaramanga, Floridablanca o Piedecuesta. Para muchas familias rurales significa madrugar, recorrer horas de carretera y asumir gastos que desbordan sus bolsillos. Los riesgos aumentan en el camino: una hemorragia, una complicación inesperada o un parto adelantado pueden convertirse en tragedia.
La ausencia de nacimientos en el hospital es también la pérdida de un símbolo. San Vicente de Chucurí dejó de ser la cuna de sus propios habitantes. Las maternidades se trasladaron a otros municipios y con ellas se va un pedazo de la identidad local.
En la memoria de los chucureños todavía queda la imagen de cuando el hospital funcionaba con médicos de planta, especialistas frecuentes y partos atendidos sin necesidad de viajar. Hoy, ese recuerdo contrasta con pasillos vacíos y con la resignación de un pueblo que observa cómo la vida comienza en otra parte.
Un SOS desde Santander: más de un billón de pesos adeudados al sistema de salud
El drama de San Vicente de Chucurí se repite en otros municipios de Santander. La red pública hospitalaria del departamento soporta una deuda que supera un billón de pesos, producto de las obligaciones no pagadas por las EPS.
Edwin Prada, secretario de Salud de Santander, explicó al diario El Tiempo, que los pagos llegan de forma irregular. “Un mes giran, otro mes no. Así no se pueden sostener servicios básicos”, advirtió. En el caso de San Vicente y Zapatoca, ambos hospitales nuevos, las EPS ya acumulan deudas cercanas a los mil millones de pesos.
La atención a población migrante incrementa la presión sobre los hospitales. Más de 100.000 millones de pesos adeudados en ese concepto siguen sin ser compensados por el nivel nacional, dejando a la red pública con servicios que prestan pero que nadie reconoce.
En Bucaramanga, el hospital universitario recibió 12.000 millones de pesos de la Secretaría de Salud departamental para poder mantenerse en pie. En Zapatoca, el hospital inaugurado en enero acumula deudas de 400 millones. Y en San Vicente de Chucurí, el riesgo de cierre total sigue latente si las EPS no giran lo que corresponde.
La comunidad, los líderes locales y la concejal Nelly Díaz insisten en que se necesita una intervención inmediata del Gobierno Nacional. Cada día sin respuesta es un día más en el que los pacientes viajan horas por un examen, esperan meses para una cita o se enfrentan a la muerte por falta de atención oportuna.
El grito de auxilio desde San Vicente de Chucurí es el mismo que se escucha en toda la región: un SOS para salvar la salud pública de Santander antes de que sea demasiado tarde.
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