Desigualdad en la educación y tecnología digital: el BID alerta sobre las barreras que experimentan los estudiantes de América Latina en la época de la digitalización
La desigualdad en la educación en América Latina trae nuevos debates, específicamente en su relación con las tecnologías digitales. La política pública educativa en la región históricamente se ha centrado en la ampliación de la cobertura y el mejoramiento de la calidad, especialmente en básica y media. ¿Es la implementación de la tecnología la clave para lograr estos objetivos?
Durante las últimas dos décadas, y con el posicionamiento del internet como herramienta principal de la comunicación en la vida social, emergió una esperanza de que, con el desarrollo tecnológico digital, el cierre de brechas de desigualdad en el acceso y la calidad en la educación sería una realidad en poco tiempo.
Sin embargo, durante los últimos años esta creencia en el efecto que tendrían las tecnologías digitales para el desarrollo en términos de cobertura y calidad en la educación se ha puesto en duda. El mismo Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en un informe publicado en abril de este año, lo anuncia: “no basta con introducir herramientas digitales. La tecnología debe utilizarse estratégicamente si se quiere que contribuya a abordar los retos más acuciantes a los que se enfrentan los sistemas educativos en América Latina.”

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A continuación le contamos, según el informe y los datos del BID, cuáles son los desafíos de desigualdad en la educación que siguen siendo preocupantes para América Latina y el Caribe, y cómo pueden aprovecharse las tecnologías digitales para mejorar los resultados en educación en la región:
Los tres desafíos de desigualdad en la educación para América Latina y el Caribe según el BID
El BID hace énfasis en que la tecnología debe ser un medio para un fin, no un fin en sí mismo. El efecto que puede tener su introducción para mejorar la desigualdad en la educación solo se puede lograr si se identifica, estratégicamente, cuál puede ser su mejor uso para el contexto regional.
A diferencia de muchos países de la OCDE, “casi el 40% de los jóvenes de 15 años de entornos desfavorecidos de la región carecen aún de acceso a Internet en la escuela, y el 20% no tienen acceso a ningún ordenador asignado para uso de los estudiantes en la escuela”. En ese sentido, una educación basada en la tecnología digital podría expandir la brecha de desigualdad en la educación, ya que no está garantizado el acceso.
En el informe, el BID hace énfasis tres desafíos específicos para la educación básica y media en la región:
1. Resultados de aprendizaje bajos y desiguales
Los resultados del aprendizaje en América Latina y el Caribe, medidos a través de las pruebas PISA de 2022, siguen siendo alarmantemente bajos. Dos datos son particularmente preocupantes para la desigualdad en la educación que sufre la región: “3 de cada 4 estudiantes de América Latina y el Caribe no alcanzan el nivel de competencia en matemáticas, y casi la mitad carecen de las competencias básicas de lectura”.
Además, la brecha de aprendizaje entre América Latica y el Caribe y países de la OCDE equivale a 5 años de escolarización.
2. Baja tasa de matriculación y elevado abandono escolar en la enseñanza secundaria
En América Latina y el Caribe solo el 80% de las personas jóvenes se matricula en la educación secundaria. De ellos, 27% se retiran antes de completarla.
Según otro informe del BID, esta tasa tan alta de deserción se debe, en gran parte, a factores pedagógicos: “el 20% de los que abandonan justifican su decisión a planes de estudios poco atractivos y métodos de enseñanza poco estimulantes como principales razones”.

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3. Baja eficiencia de la inversión educativa en relación con los resultados del aprendizaje, e ineficacia e inequidad en la asignación de recursos.
Según la OCDE, países como Vietnam y Turquía, donde la inversión en educación es similar a la de los países de América Latina y el Caribe, superan significativamente a la región en los resultados en matemáticas. Esto quiere decir que el problema no está en la cantidad de los recursos, sino en su asignación.
En el análisis que presenta el BID, hay tres factores específicos que explican la ineficiencia:
- Escasa calidad de datos sobre los resultados del aprendizaje.
- Distribución desigual de profesores y recursos.
- Planificación inadecuada de las infraestructuras.
Si bien la cobertura en la educación básica y media se ha mejorado en la mayoría de los países de la región, esto ha generado nuevos retos, como la dificultad que tienen los profesores con la cantidad de estudiantes en los salones de clase y que, en las zonas rurales, deben atender las necesidades de estudiantes que cursan distintos grados en un mismo salón.
¿Cómo pueden mejorar las tecnologías digitales la desigualdad en la educación?
“Los datos —afirman desde el BID— sugieren que cuando la tecnología se integra de forma coherente en las prácticas de enseñanza y aprendizaje, puede reforzar significativamente el papel de los profesores y mejorar los resultados del aprendizaje”. En ese sentido, el reto está en garantizar que existan estrategias suficientes para que se de una integración que mejore la desigualdad en la educación y que no tenga el efecto contrario, que es expandir la brecha.
En primer lugar, las tecnologías digitales no deben reemplazar la clase presencial. Su papel debe estar enfocado en que los profesores cambien la forma de planificar, estructurar e impartir las clases. Esto quiere decir que el papel de los profesores sigue siendo crucial, y que en el fondo se trata de mejorar y adaptar las metodologías de enseñanza, con ayuda de las tecnologías digitales, para garantizar mejores resultados de aprendizaje.

Segundo, más que crear un sistema educativo basado en tecnologías digitales, la estrategia debe basarse en cómo esta puede complementar la enseñanza presencial. Se puede garantizar que los estudiantes puedan tener un mejor acceso al material educativo, y que los padres puedan estar más involucrados en los procesos de escolarización de sus hijos. Según el BID, “el suministro de información sobre el rendimiento de la educación ha resultado eficaz para influir en el comportamiento de los padres”.
Mejorar la educación en los niveles básica y media es un imperativo para el desarrollo de la región y la garantía de calidad de vida para los ciudadanos de América Latina y el Caribe. Las nuevas tecnologías digitales pueden complementar y mejorar ciertos aspectos metodológicos en la enseñanza, pero la presencialidad y el ejercicio de las capacidades críticas en los estudiantes deben seguir siendo los puntos centrales para el diseño e implementación de las políticas y programas que tengan como objetivo mejorar la brecha de desigualdad en la educación en la región.
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