Transformación industrial en Brasil: de una economía primario-exportadora a la innovación tecnológica
Brasil ha experimentado una notable transformación industrial desde el siglo XX, al pasar de un modelo primario-exportador a convertirse en una de las economías más importantes de la región.
Con un ingreso per cápita de poco más de USD $8.000, según datos del Banco Mundial, la transformación industrial de Brasil se debe en gran parte a la transición del modelo heredado del sistema colonial hacia un régimen capitalista de producción industrial, consolidado en la década de 1930.
Dos eventos históricos fundamentales marcaron el desarrollo del capitalismo en Brasil: la abolición de la esclavitud en 1888, garantizando mano de obra libre, y la acumulación de capital en el sector cafetero, según señala el sociólogo brasileño, Octavo Ianni.
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La transformación industrial estuvo estrechamente vinculada con la actividad cafetera, gracias a los grandes productores que acumulaban excedentes de capital que luego invertían en la industria y la construcción.

Las bases para la transformación industrial de Brasil
Durante la crisis de la balanza de pagos en la Gran Depresión (1929), Brasil adoptó medidas como la devaluación de la moneda y controles a las importaciones, que fueron fundamentales para la transformación industrial. Así lo señala el economista mexicano Enrique Cardenas en su investigación, titulada The Process of Accelerated Industrialization in Mexico, 1929-82, en la que incluye análisis sobre varios países latinoamericanos.
Desde 1930, el gobierno intervino de manera permanente en el mercado de divisas, con lo que creó una base económica para el desarrollo del mercado interno y sustentó el crecimiento económico en la industria doméstica, según la misma investigación.
A lo largo del siglo XX, la participación de la industria en el crecimiento económico aumentó significativamente. Esta pasó del 14%, en 1910, al 41% en 1980, mientras que la agricultura disminuyó del 36% al 10%, según datos recopilados por el profesor de la Universidad Católica de Río de Janeiro, Marcelo de Paiva Abreu.
Sin embargo, el mencionado autor explica que esta transición no comprometió la capacidad de producción de alimentos, a excepción del trigo, ya que Brasil no dependía fuertemente de las importaciones de alimentos.
Las investigaciones muestran que la sustitución de importaciones se llevó a cabo en etapas, considerando factores como el capital, la mano de obra calificada y el acceso a la tecnología.
Inicialmente, se desarrollaron textiles, confecciones y procesamiento de alimentos, seguidos por la producción de bienes de consumo y bienes intermedios. Finalmente, se avanzó hacia bienes de consumo duraderos y de capital.
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Resurgimiento de la política industrial en Brasil
Tras un período de menor intervención estatal en la década de 1990, las políticas se volcaron nuevamente a la reconstrucción del mercado interno, como lo demuestran los economistas Luis Bértola y José Antonio Ocampo en el libro El desarrollo económico de América Latina desde la independencia. De esta manera, la política económica de Brasil recuperó su papel preponderante en el desarrollo y la transformación industrial.
En el libro Cambio estructural y desarrollo en Europa, Asia y América Latina 2030, se narra como en 2013 se creó Embrapii (Empresa Brasileira de Pesquisa e Inovação Industrial). Esta organización facilita la articulación entre la investigación tecnológica y el sector productivo, estimulando la innovación y la competitividad.
Según el mismo estudio, a partir de 2016 Brasil se ha centrado en programas para impulsar la competitividad, como la Estrategia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2016-2019.
A través de esta estrategia el país aspiraba a aumentar su gasto en I+D+i al 2% del PIB en 2022, incorporándose a la revolución industrial 4.0 con medidas como líneas de crédito para inversiones en nuevas tecnologías, facilidades para la importación de robots y programas de capacitación profesional.
En 2021, la inversión en ciencia y tecnología llegó a representar el 1,17% del PIB, según el Banco Mundial.
Este enfoque refleja el compromiso de Brasil con la transformación industrial de su economía en el siglo XXI, hacia sectores con mayor innovación, tecnología y valor agregado.