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domingo, 14 de diciembre de 2025
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Transición energética de Petro dispara importaciones de gas y encarece las facturas en Colombia

La transición energética subió el precio del gas en 12 % en 2025. Las importaciones ya superan los mil millones de dólares.
Trabajador del sector energético colombiano frente a tuberías y equipos, símbolo del impacto de la transición energética en el precio del gas.

Facturas más caras por transición energética y aumento en importaciones de gas

La estrategia del Gobierno Petro, al priorizar un cambio abrupto del modelo energético, ha tensado la oferta nacional de gas y disparado los precios para los usuarios residenciales y comerciales.

La transición energética de Petro, que prioriza una transición acelerada a costa de frenar las actividades minero energéticas, ha tensionado la oferta doméstica de gas y elevado los costos de importación. Las facturas de gas en Colombia han experimentado un alza acumulada de casi el 12% en lo que va de 2025, golpeando la economía de hogares y pequeñas empresas.


En mayo de 2025, la producción nacional de gas natural cayó a 800 millones de pies cúbicos diarios (MPCD), 18,9% menos que en el mismo mes de 2024, según cifras de la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Para sostener la demanda interna, en junio se importaron 187,5 MPCD, un 6,25% más que en mayo, principalmente desde Estados Unidos, encareciendo el insumo y trasladando esa presión a las tarifas finales .

Ecopetrol, responsable de gran parte de la provisión nacional, anunció un incremento del 34 % en su precio de venta de gas para contratos 2026, pasando de US $7,3 a US $9,8 por MBTU, y dejando sin renovar el 70% de los contratos vigentes hasta noviembre de 2025. De no revertirse esta tendencia, más del 50 % del gas consumido en Colombia en 2030 provendrá de importaciones costosas, advierten los expertos

La política de transición energética y sus efectos

La política de transición energética del Gobierno Petro apunta a acelerar el retiro de combustibles fósiles y promover energías limpias. Sin embargo, la suspensión de proyectos de gas no convencionales en el Magdalena Medio y el freno a nuevas exploraciones han reducido la capacidad de producción interna, ignorando el papel estratégico del sector como sostén de la seguridad energética.

“El discurso oficial critica la “especulación” de los generadores y propone una ley de tarifas justas, pero mientras tanto, la empresa estatal renueva contratos a precios superiores y no hay coherencia”, señala el economista Sergio Cabrales, exgerente de Campetrol . Esta incoherencia entre discurso y acción desincentiva la inversión y alienta la dependencia de importaciones.

Complejo industrial de procesamiento energético vinculado al crecimiento de las importaciones de gas en Colombia.
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Importaciones de gas de Colombia

La política energética implementada durante el gobierno de Gustavo Petro ha marcado un punto de inflexión sin precedentes para Colombia, llevando las importaciones de gas a niveles históricos y con un impacto directo en el costo para el consumidor final.


De acuerdo con Cedetrabajo, las estadísticas oficiales revelan un drástico cambio en la balanza comercial del gas. Mientras que, en 2012, Colombia era un exportador neto, enviando al exterior 461.719 toneladas de gas natural y propano licuado por un valor de 442,4 millones de dólares, e importando solo 22 toneladas (56.636 dólares), el panorama ha cambiado radicalmente.

Tras el declive de la bonanza petrolera, las exportaciones de gas cesaron por completo a partir de 2016. Desde ese año, las importaciones comenzaron un aumento constante, pasando de 90.968 toneladas (31,1 millones de dólares) en 2016 a 313.432 toneladas (66 millones de dólares) en 2020.

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Sin embargo, la verdadera explosión en las compras de gas al exterior se ha registrado bajo la administración actual. Durante el gobierno de Petro, las importaciones experimentaron un crecimiento desmedido en valores corrientes: un 140% en 2022, un impresionante 331,8% en 2023 y un 120,2% en 2024. Tan solo en 2023, las importaciones de gas alcanzaron las 670.707 toneladas, valoradas en 466 millones de dólares. La cifra se disparó aún más en 2024, superando los mil millones de dólares con la adquisición de 1,76 millones de toneladas.

Entre enero y abril de 2025 el país ya cuenta 500 mil toneladas de gas importadas por valor de $348 millones, un 32% menos en volumen y 5,4% menos en valor con respecto al mismo periodo del año anterior. Aproximadamente la mitad del gas importado por Colombia entre enero y abril de 2025 provino de Estados Unidos y otra parte similar de Trinidad y Tobago.

Esta creciente dependencia tiene un claro origen geográfico. Estados Unidos se ha consolidado como el principal proveedor, suministrando un contundente 82% del gas importado por Colombia en 2024. Le siguen, en menor medida, Trinidad y Tobago con un 13%, el Reino Unido con un 3,8% y República Dominicana con apenas un 1%.

El encarecimiento de estas importaciones se traslada directamente al bolsillo de los ciudadanos. El incremento en las compras de gas se ha reflejado de manera contundente en el precio para el consumidor. En junio de 2025, el gas fue una de las subclases que más contribuyó a la inflación anual total, registrando un aumento del 19,5% en comparación con el mismo mes del año anterior. Esta tendencia alcista se confirma en el crecimiento de precios durante el primer semestre de 2025, período en el cual el costo del gas se incrementó en un 12%.


Amath Zuluaga expone sobre los riesgos de una política energética acelerada durante conferencia académica.
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Voces expertas y reflexiones críticas

La política de transición energética acelerada del gobierno de Gustavo Petro, al priorizar el desincentivo de las actividades minero-energéticas nacionales, ha generado una compleja encrucijada para Colombia.

El geólogo y director del Observatorio de Transición Energética del Caribe, Amath Zuluaga, advierte que no se trata de demonizar los combustibles fósiles, sino de gestionarlos con responsabilidad y mantener la oferta interna mientras se diversifica la matriz. Para Zuluaga, la transición debe ser gradual, aprovechando las capacidades existentes en hidrocarburos y minería.

En su opinión, la transición energética no es un punto de llegada, sino un camino; al desechar de manera drástica la industria petrolera y gasífera, el país arriesga su soberanía y seguridad energética. También enfatiza la necesidad de electrificar el sector rural con gas para reducir la leña, que hoy representa el 12% del consumo energético nacional, y avanzar en proyectos de ciclo combinado que eleven la eficiencia de las termoeléctricas.

Existe un consenso entre los especialistas sobre la urgencia de adoptar un enfoque más pragmático y holístico. Es imperativo reactivar la exploración de gas, reevaluar la posibilidad de desarrollar yacimientos no convencionales (fracking) y avanzar en los proyectos offshore.

La estabilidad y la capacidad de pago de los colombianos exigen una estrategia energética balanceada que integre fuentes convencionales y no convencionales en el corto y mediano plazo, asegurando una transición energética responsable y sostenible.

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