Turista satisfecho | Más Colombia
viernes, 13 de diciembre de 2024
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Turista satisfecho

Victoria E. González M., Columnista, Más Colombia

Victoria E. González M.

Comunicadora social y periodista de la Universidad Externado de Colombia y PhD en Ciencias Sociales del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) de la ciudad de Buenos Aires. Decana de la Facultad de Comunicación Social – Periodismo.

La semana de receso, vacaciones o, para los católicos, Semana Santa, es un momento de respiro de tantas actividades desarrolladas a lo largo de un año que, a pesar de haber empezado hace poco, ya empieza a hacer mella. Un momento ideal para el viaje soñado o el reencuentro familiar, para la pausa y la reflexión.

El turismo se ha convertido en una fuente fundamental de riqueza para varios países. España, México, Francia y Argentina, entre otros, reciben mucho dinero gracias a la gran masa de gente que decide gastar su tiempo de descanso y su dinero en estos países.


En múltiples oportunidades, el presidente de Colombia ha expresado la idea de que Colombia podría convertirse en una potencia turística cuyos ingresos podrían superar los que produce el petróleo. Con tantos climas, playas, ríos, selva y naturaleza no resulta descabellada su idea, lástima que, como sucede con tantas cosas en nuestro país, del dicho al hecho haya tanto trecho. 

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En primer lugar, no se entiende por qué en algunos colombianos habita esa tendencia a pensar a corto plazo y a olvidar la frase memorable “turista satisfecho atrae más turistas”, popularizada en los años sesenta del siglo pasado por la entonces Corporación de Turismo de Colombia. 

Esto, porque en muchos lugares que cuentan con la posibilidad de atraer viajeros, gracias a bellas playas o exuberantes paisajes, los habitantes locales se proponen como única meta explotar al turista, cobrarle en exceso por todo o perseguirlo para venderle productos inútiles impidiendo de este modo que pueda disfrutar su viaje como debe ser. 

Sobre este punto, los relatos de viajeros extranjeros están llenos de anécdotas poco gratas referidas a costos inauditos de transporte o restaurantes y trucos para extraer dinero de más a la hora de hacer transacciones con tarjetas etc. 

En segundo lugar, también se presentan cosas aún más delicadas. Delincuencia que se ampara en el desconocimiento del idioma o del lugar para asaltar al turista, intoxicarlo para robarlo o, incluso, tal como está sucediendo en algunas ciudades importantes del país, atraerlo con la idea de que podrá conseguir una pareja atractiva, para luego asaltarlo y, en muchos casos, matarlo. 


Con este panorama tan adverso, ¿en serio, alguien podría pensar que Colombia alguna vez se pueda convertir en una potencia turística? Cada turista estafado, cada turista asaltado es una historia que cierra puertas. 

No se trata solamente de que países como Estados Unidos no recomiende a sus nacionales que viajen a nuestro país y eso nos genere indignación; se trata también del dueño del hostal, del taxista, del dueño del restaurante que, en lugar de estar pensando en la ganancia inmediata a costa de un incauto, tome conciencia de que cada persona que quiere venir a nuestro país se debe llevar la mejor imagen para que la multiplique.