De votar o botar el futuro

María Isabel Henao Vélez
Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Javeriana. Especialista en Manejo Integrado del Medio Ambiente de la Universidad de los Andes. Twitter e Instagram: @maisamundoverde
El camino que transitan los pueblos en países que se autodenominan democráticos (si el aparato electoral no decide meter la mano) se determina en gran medida en las urnas. Millones de personas no han interiorizado el poder de cada voto para mover la rueda del futuro; las cifras de abstención lo demuestran. Algunos no ejercen su derecho al voto por pereza, por incredulidad porque “de eso tan buen no dan tanto” y para qué si “las cosas seguirán igual de difíciles”, o por creerse muy pequeños para poder incidir sobre un cambio. El asunto es que votar por lo menos marca la diferencia a botar por omisión a la caneca un futuro que pudiera ser posible y en beneficio de todos.
Nunca he dejado de votar, así sea por el polémico blanco, porque por lo menos manifiesto que ninguna de las opciones me satisface completamente. Siempre he terminado parcialmente decepcionada porque el papel lo puede todo. Las promesas de campaña no siempre se cumplen; ya sea porque eran una flagrante mentira para atraer votos, porque no se les invirtió la energía suficiente o porque la cosa era definitivamente más fregada de lo que se pensó (cierto es que la voluntad no lo hace todo, hay demasiadas variables actuando para lograr una meta).
La mayoría de los candidatos prometen el oro y el moro, y uno es tan pendejo que se enamora de discursos apasionados o que le suenan súper lógicos. ¿Cómo atajar esta tendencia? ¿Cómo no votar con las vísceras por alguien con cara de mesías ante nuestros ojos? Cultivando la apertura de mente, escuchando con atención a las personas con las que creemos no estar de acuerdo y formándose en pensamiento crítico y en procesos deductivos y argumentativos (que lamentablemente hasta hace pocos años algunos colegios empezaron a enseñar). Tengo un amigo que dice con frecuencia que #leerquitalopendejo, y sí, ayuda mucho. Por eso en esta columna lo invito a leer el programa de gobierno de cada candidato.
El asunto no es fácil porque los ciudadanos comunes no sabemos de todo o tanto como para dar una apreciación experta de la factibilidad de las propuestas. Pero en la vida todos los días damos saltos de fe. Tomamos decisiones sin la información completa; sobre nuestra salud confiando en un médico, sobre nuestra vida emocional confiando en una emoción o en conocer a la persona, o sobre una inversión confiando en las posibilidades del mercado. La clave es dar ese salto por lo menos habiendo medido las distancias y averiguando las condiciones del terreno. Así que antes de comprometer su voto lea esas propuestas, el futuro de todos lo demanda. Y luego, respete las opiniones de los demás sin descalificar por la profesión a quien la emita.
Una de las cosas más atrevidas de estos convulsos tiempos de tan poca tolerancia, empatía, respeto a los demás o pensamiento crítico, es emitir una opinión política. Se corre el riesgo de que le caiga a uno la familia, quienes fueron compañeros de estudios, los colegas o los seguidores de redes sociales. Apelando a su generosidad y paciencia, hoy quiero compartir mis reflexiones e inquietudes de las propuestas y abordaje del sector ambiental. Porque ha sido mi escenario de aprendizaje y trabajo durante muchos años, y porque estoy convencida de que las acciones que emprendamos para cuidar la naturaleza definirán si podremos tener un futuro sano y próspero para la humanidad y el resto de especies, ante los efectos del cambio climático y la demoledora pérdida de biodiversidad.
Escogí los planes de 3 candidatos para hacer este ejercicio pues me era imposible hacerlo con todos, so pena de volver esta columna un tratado con nula posibilidad de lectura. Fueron ellos Sergio Fajardo, Gustavo Petro y Federico Gutiérrez. Hagamos el ejercicio sin nombres para tratar de que al leer no medien nuestras emociones previas frente al personaje. Al final ustedes me dirán a quién pertenece cada programa. Mi crítica a los programas de gobierno y debates televisivos siempre ha sido “demasiado titular, digan ¡cómo! CÓMO es que van a implementar la propuesta”. Pues bien, me llevé algunas sorpresas al respecto. Antes de seguir leyendo, vaya y caliente agua para un café o un té, lo que sigue no está corto, pero espero que mis reflexiones le aporten a las suyas propias.
Inicio con el candidato 1 que menos tiempo me tomó en la lectura, porque solo tiene 3 páginas dedicadas en exclusiva al abordaje de ambiente, de un documento de 100 (no por extenso sino por muchas fotos, una letra enorme y un interlineado espacioso). Me tocó esculcar referencias sobre medio ambiente en otras áreas que necesitan de la naturaleza para prosperar o que resultan afectadas si hay un mal manejo del entorno. Y la impresión que me dio fue haber leído un documento de hace muchos años escrito por un economista de vieja guardia, obnubilado por el PIB, el impulso a las industrias y el convencimiento de que el crecimiento económico es la respuesta a los problemas de nuestro tiempo.
Este candidato me asombró y no para bien. Uno pensaría que los programas de gobierno se apoyan en información de vanguardia, basada en ciencias científicas y sociales; pero aquí de plano ojos que no ven corazón que no siente. Ceguera ante lo que ya se ha demostrado que atenta contra la salud, contamina o es un círculo exponencialmente vicioso y que solo trae dividendos para algunos grupos. Dejo unos ejemplos a continuación. El candidato propone crear una industria nacional de insumos y fertilizantes “aprovechando” las reservas de gas natural (insumo de estos fertilizantes nitrogenados) y la capacidad instalada de “instituciones” como “fulanita de tal”, la cual no resulta ser una institución o entidad del Estado sino una empresa. Sí, una empresa con accionistas. ¿Eso no está como mal? Para recordar por qué el mundo está alejándose de los fertilizantes, pesticidas, fungicidas y herbicidas de empresas agroquímicas, lea la serie de columnas sobre la salud de los suelos, nuestra salud y su capacidad de almacenar carbono para combatir el cambio climático.
El candidato 1 es ingenuo, se hace, o cree que los colombianos lo son. “Aprovechar los ingresos del carbón para financiar la diversificación económica de las regiones productoras”. Alguien que me muestre la diversificación económica que ha logrado la Guajira tras años de explotación carbonífera, porque entonces estoy muy mal informada. O que nos explique la receta para lograr, por fin, que eso es posible. “Actividad minera donde sea viable y con total cuidado de los recursos naturales”. Candidato: en la explotación minera simplemente no es posible el total cuidado de la naturaleza, la intervención siempre generará impactos, la escala es la que varía. Por otro lado, “no permitiremos que la extracción ilícita de minerales siga degradando el ambiente”. ¿Y la lícita sí? ¿La frase no era extracción de minerales, punto?
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Propuestas del candidato 1 que me dejaron preocupada y con muchas preguntas: “Brindar condiciones para que los títulos otorgados (mineros) superen la etapa de exploración y pasar las siguientes etapas”. ¿Cómo así, que la explotación se haga a toda costa? ¿Dónde están el respeto al debido proceso y la posibilidad de marcha atrás si hay nueva información o el principio de precaución alerta? Otra bandera suya es la apuesta a los hidrocarburos y el fracking. Si la transición energética de uso de combustibles fósiles a energías verdes va a ser apalancada por el sector petrolero, no vamos a transitar nunca. ¿A quién le interesa que se le acabe el negocio y patrocina el de la competencia? Dice: “el enemigo es el cambio climático y el carbono, no el petróleo”. ¿Confunde y vencerás? Candidato, la quema de combustibles fósiles como el petróleo, sus derivados y el carbón, emite Gases de Efecto Invernadero (GEI) como el dióxido de carbono, que son los causantes del cambio climático. Y no creo que usted se refiera al carbono (C) porque ese no es el enemigo, es la base estructural de la vida. Aprovecho para invitarlo a enterarse del porqué no podemos considerar limpia la energía producida por “fuentes renovables como el agua”. Las grandes hidroeléctricas han provocado desastres ecológicos y humanos al cortar los flujos que sustentan la vida en los ríos y sus cuencas. Y la inundación de terrenos y construcción de represas emite GEI.
El mismo candidato dice que contamos con reservas de gas para 7.7 años, eso es a la vuelta de la esquina, y a la vez dice que “no ampliar el servicio de gas es condenar a los sectores más vulnerables a la pobreza”. Sin tener en cuenta que la pobreza es un flagelo que va más allá del suministro de gas natural; si dentro de 7 años estaremos sin reservas de gas, ¿qué hacemos con la infraestructura de gas ampliada? Si es que se logra terminar en ese tiempo, porque ya sabemos lo que se demora construir infraestructura pública en Colombia. ¿No será mejor transitar pronto a unos servicios públicos que nos matriculen en las tecnologías que el futuro demanda? La cereza del pastel de los hidrocarburos es “el desarrollo de una nueva industria de hidrocarburos para la transición energética con compensación del 100% de las emisiones de carbono”. ¿Cómo? La gran crítica a los mercados de carbono es que ya no estamos en los tiempos de peca y reza para empatar, o busca quién borre tu embarrada. Si queremos no pasar del 1.5° C ya no basta compensar. Hay que parar las emisiones y secuestrar todo el carbono posible en el suelo, en bosques, etc.
Para finalizar con el candidato 1, le encontré una cosa buena (además de las propuestas genéricas de ambiente que uno sabe que de alguna u otra manera les toca poner como el incremento en el uso de la energía solar en sectores residenciales y comerciales o la siembra de millones de árboles) y fue la propuesta de tarifas por horarios, para conocer en tiempo real el valor de la energía y así tomar decisiones de consumo.
El candidato 2 si bien no tiene un apartado específico sobre ambiente, a lo largo de su documento se encuentra una visión que integra los diversos ámbitos de su propuesta al cuidado de la naturaleza, el desarrollo sostenible, la acción climática y en especial la valoración de Colombia como un territorio del agua y el hecho primordial de favorecer su gobernanza. Tengo una gran cantidad de destacados positivos en el programa de gobierno, pero me queda el sin sabor de una gran cantidad de verbos con promesas magníficas pero que no se desarrollan en el cómo ejecutarlos. Es como una carta al niño Dios, una lista de deseos que muchos celebraríamos pero que sabemos, requiere del concurso de muchos actores. Y algo que deberíamos encontrar en un programa de gobierno, es la propuesta directa de hacer que por lo menos los ministerios de Agricultura y Ambiente (y entidades asociadas) no trabajen como ruedas sueltas tirando para lados distintos.
Por ejemplo, el candidato 2 defiende el postulado de ríos vivos y en su cauce, magnífico. Habla de una jurisdicción basada en cuencas de la que sería muy interesante entender cómo estaría diseñada, y habla de recuperarles a los ríos su espacio y descontaminarlos. ¿Cómo? La descontaminación de las aguas empieza por atajar los vertimientos industriales y las aguas servidas domésticas de millones de seres humanos. Esa es una meta que merece elaborar su proceso. Al tiempo habla del impulso a la estructura fluvial para fortalecer la productividad, pero queda faltando la advertencia de que lo segundo no puede ir en contravía de lo primero.
El programa da importancia al ejercicio de la autoridad ambiental. Para ningún colombiano es un secreto que para el Estado ha sido muy difícil ejercer el control de la gestión, interventoría y avance de los procesos (especialmente en la ruralidad). El programa dice que “se restablecerá el control ambiental de las cuencas hidrográficas destinadas a la generación de energía y proyectos mineros, por parte de las autoridades ambientales para garantizar la gobernanza del agua”. Valdría la pena una explicación del camino para lograrlo y de cómo blindará esta autoridad de la corrupción e intereses políticos según lo promete (algo que hasta ahora parece una misión imposible, una rueda empujada por valores truncados que se han insertado en nuestra sociedad). Algo que destaco positivamente, es cómo seguidamente señala la necesidad de separar “las funciones de gestión ambiental y de autoridad para garantizar el efectivo control, seguimiento y sanción”.
Respecto a la protección de bosques es positivo el interés en dar forma a acuerdos comunitarios para la restauración y preservación de ecosistemas propendiendo por la ampliación de territorios colectivos, titulación de predios y fortaleciendo las autoridades tradicionales. Él acierta, las políticas anti deforestación policivas, a la brava y sin atacar la raíz de los motores que la impulsan no han tenido resultado. Es con la gente que se construyen soluciones duraderas. Por otro lado, promete impulsar algo que le devolvería la salud y aportaría prosperidad a los suelos, la gente y las especies: “el desarrollo de sistemas agroforestales, silvopastoriles, de aprovechamiento de productos no maderables del bosque y turismo de naturaleza” para que esos acuerdos comunitarios estén encaminados en la erradicación de la deforestación. Para lo cual, dice “se detendrá la apropiación ilegal de predios, las actividades relacionadas con el narcotráfico y la minería”. Esto sí necesita una planeación de estrategias efectivas porque de otra forma, va a necesitar una varita mágica. La misma necesaria para cumplir la promesa de “quitar el control a las mafias de minería de pequeña escala”.
Para destacar a lo largo del documento, encontré unas declaraciones que celebro, ante las cuales uno hace chulo para que los candidatos mantengan y no le hagan pistola al electorado. Por ejemplo: no más aspersiones de glifosato, no más hidroeléctricas de embalse, no más fracking o minería a cielo abierto, garantías para líderes ambientales, la creación de un instituto nacional de energías limpias (bien necesario un doliente independiente) y no más plásticos de un solo uso. Respecto a este último, a la política de basura cero le faltó la Responsabilidad Ampliada del Productor, en que propietarios de marcas, importadores y rellenadores se hacen responsables de los impactos de sus productos y envases plásticos al final de su vida útil. Seguimos castigando el consumidor al final de la cadena productiva con la responsabilidad de la disposición final, y dándole al reciclaje y al desarrollo de empaques biodegradables un poder de redención que no tienen.
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Dos aspectos finales para abordar del candidato 2. Magnífico pasar de la política reactiva en la gestión del riesgo de desastres a una que contemple acciones antes de que ocurran. Espero que esté consciente del costo y esfuerzo en los procesos de concertación con las comunidades que la promesa de reasentar familias enteras trae consigo. Cómo financiarlos, quiénes serán estas familias, de dónde provendrán y a dónde irán, y cuáles serán las economías que les brinden bienestar, son unas preguntas que merecen respuesta. Por último, me quedan muchas inquietudes respecto al catastro multipropósito que quiere desincentivar el “latifundio improductivo en tierras fértiles” y dar el paso de la subutilización o uso inadecuado de la tierra para ganadería extensiva, hacia el uso de acuerdo con la vocación productiva, especialmente la producción agroalimentaria y la implementación de sistemas agrosilvopastoriles”. Especifica que seguirá los criterios ambientales y de uso adecuado del suelo establecidos por la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria, pero la verdad a mi me queda faltando que a la vocación productiva le acompañe la reguladora. No todo el territorio hay que sembrarlo, así sea de la manera más respetuosa. La lección que deberíamos haber aprendido es optimizar el espacio para cultivar más y mejor en menos áreas y dejar que la naturaleza recupere más espacios silvestres. Rewilding, o la vuelta a territorios en estado “salvaje”, es una necesidad de la Tierra para mantener el equilibrio.
Vamos con el candidato 3. Tiene un documento consolidado con el resumen de sus propuestas de gobierno y a la vez tiene un documento por cada una de 32 áreas temáticas de su programa de gobierno. Nunca antes vi un nivel de detalle semejante, es evidente el enorme trabajo detrás de la elaboración de cada uno. Además del documento de ambiente hay relacionados a este 5 más: desarrollo rural, transición energética, seguridad alimentaria, vivienda y servicios públicos, y política minera. Es el único de los 3 que además hace evidente la transversalidad del aspecto ambiental en las otras áreas del ejercicio del gobierno y para la toma de decisiones. Tengo muchísimos resaltados positivos, pero por consideración con los lectores pondré solo algunos.
El documento de 48 páginas ofrece una visión de país integral, con explicaciones al punto y claras sobre temas que el lector puede desconocer, por ejemplo: un amplio contexto de la deforestación, las implicaciones del cambio climático para Colombia o el contexto de su carácter anfibio y los problemas que enfrentan nuestros ríos y cuencas. En lo único que resulta más bien tibio es en el abordaje del problema del plástico.
Destaco, en primer lugar, su propuesta de una fuerza de tarea conjunta entre los sectores ambiental y agrícola. La manera como producimos los alimentos ha esquilmado ecosistemas y suelos alrededor del mundo. Hemos literalmente pateado la lonchera. Ya es hora de que estas carteras trabajen de la mano. Por otra parte, este candidato también declara la importancia de la matriz acuática de Colombia, señalando el camino del agua que depende de la integridad de los bosques amazónicos, los bosques de niebla y los páramos. Algo nada fútil y que debe ser prioridad. El agua del 70% de los colombianos lo amerita. En la misma línea del candidato 2, hace énfasis en la actualización de programas de gestión del riesgo, incluyendo además algo necesario: la capacitación masiva a la ciudadanía para la atención de desastres. Tanto damnificado en este país agradecería que dejáramos de ser tan reactivos y empecemos a prevenir de verdad.
Un deber hacer de quien ocupe la presidencia es, como este candidato lo propone, el fortalecimiento de la educación ambiental de los colombianos. Desde los PRAE escolares y los programas de educación secundaria y superior, pasando por parques, una red de museos de historia natural, un centro de ciencia y tecnología donde la bioeconomía sea la protagonista, hasta llegar a los institutos del SINA. El objetivo es formar líderes en desarrollo sostenible en todas las disciplinas del saber. El conocimiento es poder y en esa vía es el único que menciona la necesaria revisión y ajuste a las regulaciones relacionadas con el acceso a los recursos genéticos y sus productos derivados.
Más positivos de la propuesta del candidato 3: su respaldo a Escazú, a continuar con el compromiso de Colombia en la agenda global de biodiversidad y a lograr la meta del 30% del territorio marino y 30% del terrestre de áreas protegidas (AP), sobre todo en los ecosistemas menos representados. Al ser obsesiva con el “cómo” hubiera agradecido unas líneas relativas a cómo fortalecer la capacidad de gestión y control de las AP (especialmente en los océanos, donde sí que no hay Dios ni ley).
El candidato 3 se toma el trabajo de desglosar acciones para frenar la deforestación abordando el acaparamiento de tierras y la gestión territorial, incremento del área de pagos por servicios ambientales, la ganadería y reconversión agropecuaria y más allá de una siembra de árboles, una estrategia de restauración de ecosistemas concertada con la comunidad. Con respecto a la ganadería es positiva su intención de declarar de interés público los datos del sector ganadero, lo que permitiría a otras entidades y a la academia lograr la trazabilidad de la carne y construir una política de procedencia y etiquetado, además de estudiar tendencias de deforestación, detectar procesos de ilegalidad en deforestación por ganadería y apropiación ilegal de tierras, entre otros.
Es positiva su demanda de una información forestal actualizada al momento y no con la demora actual de 8 meses (hay recursos tecnológicos y humanos capaces, ha faltado es voluntad política), y la meta de modernizar los sistemas de información para el control efectivo de la cadena comercial forestal con el aporte de la sociedad civil.
En los aspectos de vigilancia y control para combatir la deforestación destaco su compromiso de fortalecer a las autoridades ambientales, no solamente en su capacidad y conocimiento técnico, sino en su habilidad para construir consensos e identificar alternativas productivas para las comunidades y para favorecer su interrelación y capacidad de articulación con otras entidades gubernamentales y organizaciones ciudadanas. Si lo logra sería una nueva manera hacer las cosas con la gente. A eso le faltarían estrategias para combatir la corrupción actual que se percola en todos los estamentos de nuestra sociedad, incluyendo las autoridades ambientales, y que en el documento anexo anticorrupción no termina uno de entender muy bien cómo va a lograr.
Algo importantísimo y en lo que estamos en mora en este país: asume el compromiso de reformar y despolitizar las CAR, con vigilancia y control independiente. Nada de reelecciones en la dirección o consejos directivos, y necesaria la formación y experiencia ambiental para asumir el cargo. Suma al respecto su propuesta de unos consejos de cuenca regionales no circunscritos a las CAR con representantes de las comunidades que hagan veeduría y control social sobre los actores políticos.
A esta altura creo que ya lo debe saber. El candidato 1 es Federico Gutiérrez, el 2 es Gustavo Petro y el 3 Sergio Fajardo. La visión sobre lo ambiental es una de las más importantes en el mundo de hoy, pero como ciudadanos debemos saber al dedillo qué prometió en todas las áreas quien gane, para poder exigir la coherencia y cumplimiento del futuro plan de gobierno. No vote porque tan lindo, tan berraco, tan va a defender mis principios… vote habiendo leído completico, metiéndole cabeza y corazón para hacer de Colombia un lugar más justo, más sano y más próspero.
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