Destrucción del empleo por la Inteligencia Artificial – IA

Diego Cabrejo
Matemático e Ingeniero Electrónico, Magíster en Matemáticas Puras, Gerente de Riesgo y Co-Founder de la Fintech Prestanza (R). dcabrejo@prestanza.com
No necesitamos la bola de cristal, solo debemos ver lo que ha pasado en situaciones similares: ¿Qué pasó cuando se inventó la agricultura? ¿Qué pasó en la primera revolución industrial? ¿Qué pasó con la revolución del electromagnetismo? ¿Qué pasó con la masificación del internet? Demos un vistazo al pasado.
En la tradición sumeria y judeo-cristiana, la historia de Adán y Eva (conocidos como Adapa y Nin-ti en sumerio) relata su expulsión del paraíso, seguida de la sentencia de Dios de que los humanos tendrían que trabajar para sobrevivir.
Desde entonces, hemos visto el desarrollo de múltiples tecnologías que prometían liberarnos de esta “condena”. Sin embargo, cada vez que surge una nueva promesa tecnológica que promete devolvernos al paraíso perdido, la humanidad responde con una mezcla de entusiasmo y temor, llegando incluso a imaginar escenarios apocalípticos.
Le puede interesar: Claves para conservar el vino: secretos de un experto para mantener su sabor y calidad
Uno de los primeros grandes cambios tecnológicos fue la adopción de la agricultura. Este avance dividió a la humanidad en dos: los cazadores-recolectores, que llevaban una vida más saludable y trabajaban entre 3 y 4 horas diarias para satisfacer sus necesidades, y los agricultores, quienes bajo la promesa de domesticar la naturaleza y reducir el trabajo, terminaron invirtiendo más tiempo en perfeccionar sus procesos agrícolas.
A pesar de trabajar más horas, los agricultores triunfaron sobre los cazadores-recolectores debido a su capacidad de producir más alimentos, lo que permitió un crecimiento poblacional acelerado. Este cambio marcó el inicio de una nueva era que perduró casi inalterada hasta la Revolución Industrial.
La llegada de las máquinas de vapor trajo consigo promesas de ropa y transporte para todos, así como una reducción del esfuerzo necesario para el trabajo en el campo y la ciudad. Sin embargo, también despertó temores de desempleo, con trabajadores saboteando fábricas que introducían nuevas máquinas.

Sin embargo, esta innovación no solo no se destruyó el empleo, sino que millones de personas tuvieron que adaptarse a jornadas laborales de hasta 16 horas en las fábricas, alejándonos aún más de la utopía prometida.
El siguiente gran avance fue la electricidad, que mejoró la eficiencia de las máquinas de vapor y facilitó la distribución de energía. La electricidad prometía mejorar todos los aspectos de la vida industrial, desde la iluminación hasta el transporte.
Sin embargo, su adopción fue lenta debido a miedos persistentes, y la masificación de la industrialización llevó a preocupaciones sobre el cambio climático y otros impactos negativos. A pesar de todo, la electrificación contribuyó a la reducción de la jornada laboral, aunque no al nivel que muchos esperaban.
Con la llegada del internet, surgió la visión de un mundo donde todo, desde las compras hasta el trabajo y la educación, podría realizarse desde cualquier lugar. Este avance tecnológico prometía transformar la sociedad, pero también generó temores sobre el cierre de pequeños negocios y la concentración de poder en manos de grandes monopolios.
No obstante, décadas después, hemos visto que el comercio minorista no ha sido destruido; de hecho, se han creado nuevos empleos y las jornadas laborales se han adaptado a cada individuo. Si quieres trabajar 24 horas, los 7 días a la semana, ¡el internet lo hace posible!
Lea también: Así funciona la compra de cartera, el mecanismo con el que sus créditos pueden salirle más baratos este 2024
Ahora nos encontramos en la era de la Inteligencia Artificial (IA), que promete revolucionar aún más nuestras vidas. Algunos temen que la IA nos quitará nuestros trabajos, mientras que otros sueñan con un futuro sin necesidad de trabajar. Sin embargo, la Inteligencia Artificial, tal como está desarrollada actualmente, es principalmente un gestor eficiente de información y no representa una amenaza apocalíptica ni una garantía de utopía.
En última instancia, el impacto de estas tecnologías en nuestras vidas depende de cómo decidamos utilizarlas. Mientras escribo este artículo, veo a un amigo disfrutando de un día en la playa, jugando voleibol, mientras que yo disfruto trabajar más de 12 horas diarias.
Esto me lleva a reflexionar que, al final del día, es nuestro libre albedrío la tecnología que nos acerca al paraíso o al infierno en la Tierra. La ciencia, por avanzada que sea, no puede dictar nuestras decisiones; somos nosotros quienes elegimos cómo queremos vivir.
Nota: La corrección de estilo del presente artículo ha sido realizada con ChatGPT.