En el día del orgasmo femenino, la entrevista que TODAS las mujeres (y hombres) deben leer para vivir plenamente el placer sexual
El Día del Orgasmo Femenino se estableció por primera vez en la ciudad de Esperantino, en Brasil, en el año 2006, como un día de importancia para celebrar el placer sexual de la mujer y como un asunto de salud pública, en la medida en que el orgasmo tiene que ver con el bienestar físico y psicológico de la mujer. Hoy, el Día del Orgasmo Femenino se celebra internacionalmente.
Para entrar en una conversación sobre las profundidades del orgasmo femenino, he invitado a dialogar sobre este tema a Magdalena Villegas Arango, psicóloga y educadora sexual.
Su trabajo, recolectando y analizando fantasías sexuales de hombres y mujeres jóvenes, es fascinante.
Magdalena Villegas: Estoy encantada por este placentero encuentro que tenemos tú y yo.
Hablar sobre sexualidad es mi pasión y el orgasmo, por supuesto, es la combinación de todos los deseos de cualquier persona que se involucra en una actividad sexual individual, en pareja, en grupo o cualquiera que sea la situación.
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Bernardo Useche: Ah, muy bien. Entonces, empecemos por el principio, qué es el orgasmo femenino.
Magdalena Villegas: El orgasmo es la percepción máxima del placer sexual que va antecedida de la estimulación y de la excitación.
Todas las mujeres tenemos un órgano exclusivamente diseñado para tal fin, pero muchas mujeres lastimosamente mueren sin conocerlo y sin haberlo integrado ni a su esquema ni a su repertorio de posibilidades sexuales.
Entonces, el orgasmo es como aquella meta hacia la que la mayoría de las personas aspiramos cuando nos involucramos en una actividad sexual.
Bernardo Useche: Comprender el orgasmo femenino es complejo. Según Gilbert Herdt, hay que considerar tres aspectos: el ser humano como especie con su herencia biológica, la cultura sexual de las sociedades y la persona con su psicología y conducta sexual, que resulta de la interacción entre biología y cultura.
¿Podrías darnos un breve recorrido histórico sobre el erotismo femenino en diferentes culturas desde la antigüedad hasta hoy?
Magdalena Villegas: El erotismo femenino es un campo bien complejo porque la sexualidad femenina ha sido mucho menos estudiada que la sexualidad masculina. De hecho, se sabía mucho más acerca del funcionamiento incluso de las características anatómicas y fisiológicas del hombre que de la mujer. Quizás las primeras connotaciones que se tienen sobre la sexualidad femenina tienen que ver con lo sagrado. Por ejemplo, con La Diosa Ishtar.
En la antigua Mesopotamia, las mujeres debían ir al templo de Ishtar al menos una vez en la vida para tener relaciones sexuales con el primer hombre que pagara por ello. El dinero recaudado se destinaba a mantener el culto de Ishtar.
Las mujeres más bonitas regresaban rápidamente a sus hogares debido a su alta demanda, mientras que las menos agraciadas esperaban a ser escogidas por hombres en condiciones menos deseables. La sexualidad femenina siempre ha tenido un componente místico.
En la cultura occidental, las mujeres han sido vistas como sujetos pasivos en el ámbito sexual, negándoseles el derecho al placer para facilitar que sus compañeros lo obtuvieran. Es doloroso pensar que, aunque la sexualidad tiene una función reproductora y una erótica, muchas mujeres han estado involucradas en la reproducción voluntaria o forzada sin experimentar placer sexual.
En culturas como la antioqueña, era común que una mujer tuviera muchos hijos y nunca jamás haber tenido, ella, ni un asomo de placer sexual (menos un orgasmo), mientras que sus compañeros sí lo obtenían.
Muchas mujeres nunca tuvieron ni la más mínima noción del placer sexual. Algunas mujeres mayores incluso han dicho que el orgasmo femenino era una invención de los jóvenes y que no existía, considerándolo una carga del matrimonio similar a las tareas del hogar, y debían complacer eróticamente a sus compañeros sin buscar placer para sí mismas.
La sexualidad femenina ha pasado por diversas valoraciones, desde lo sagrado hasta la negación, y no fue sino hasta la década de 1960, con el redescubrimiento de los métodos anticonceptivos, que las mujeres empezaron a reivindicar fervientemente su derecho a disfrutar de la sexualidad.
Bernardo Useche: Qué manera de sintetizar la historia y el valor que se le ha dado, o mejor, el antivalor que se le ha dado al erotismo femenino en la historia.
La opresión de la mujer o la discriminación de la mujer —y en particular la opresión sexual de la mujer— nació en la antigüedad griega y romana, si hablamos de Occidente. Y recordaba que, para Aristóteles, ni los animales, ni los esclavos, ni las mujeres tenían alma. Solo algunas mujeres, como las hetairas, lograban una igualdad social, empoderarse como se dice hoy.
¿Tienes algo más que comentar sobre esto?
Magdalena Villegas: Yo quisiera antes devolverme a la biblia. Sucede que nosotros estamos acostumbrados a pensar en el origen con Adán y Eva, pero resulta que, según el folclore judío, antes de Eva hubo otra mujer que se llamó Lilith.
Lilith fue hecha de la misma sustancia que Adán; no de una costilla, sino de la misma sustancia. Sucede entonces que Lilith vivía con Adán en el paraíso y Adán pretendía que, cuando tuvieran relaciones sexuales, ella estuviera debajo de él en la clásica posición del misionero, y Lilith no lo quiso aceptar.
Lilith pensó que si ella se hacía encima estaría más cerca de Dios y Adán no soportó las pretensiones de ella. Entonces, Lilith se aburrió de las exigencias de Adán y abandonó el paraíso. Después de muchos azares y de muchas aventuras, acabó convertida por allá en un demonio y empezó una vida de perdición y de desobediencia.
Lo que muestra esto es que la mujer a lo largo de la historia ha tenido que luchar mucho por reivindicar su derecho al placer, a la igualdad y, si me permites con un poquito de pretensión, su superioridad sexual.
Volvamos a lo que decíamos antes: las mujeres son los únicos seres dotados de un órgano exclusivamente destinado al placer sexual. Tenemos independencia anatómica y funcional para la función reproductora y para la función erótica. ¿Somos, o no, unas afortunadas?
Pero hay mujeres que lo ignoran y que nunca jamás van a tener placer sexual porque están mal informadas, porque están llenas de prejuicios, porque las religiones que profesan no ven con buenos ojos esta potencialidad tan infinita que tenemos.
Bernardo Useche: ¡Acepto humildemente lo de la superioridad femenina en esa materia y sobre todo en materia de orgasmos! Ahora, igualmente podríamos hablar de brujas en la Edad Media.
Magdalena Villegas: Ah, me preguntabas por las hetairas. Perdóname, me devuelvo un poquito. Las hetairas eran mujeres en la Grecia Antigua que, gracias a que habían sido entrenadas en la poesía, en el canto, en la literatura y en la filosofía, podían tener conversaciones de igual a igual con los hombres.
Esto las hacía diferentes a las otras mujeres, que eran “meras piezas del mobiliario doméstico que había en la época”. Entonces, hubo algunas de ellas, como Tais, que si no recuerdo mal fue consejera de Alejandro Magno y le aconsejó en algunas batallas. Pero eran seres excepcionales porque en esa época las mujeres no eran siquiera ciudadanas.
Bernardo Useche: Sí, exactamente. No tenemos tiempo, pero seguramente habría que explicar que, en ese régimen esclavista y como forma de organizar la herencia de la acumulación de riqueza que se había logrado en esa época, era necesario someter a las mujeres y someter su sexualidad.
Dando un salto a otra época más reciente: ¿Qué ocurría con las mujeres a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en la época victoriana?
Magdalena Villegas: Pues ocurrían cosas supremamente impresionantes porque el victorianismo se caracterizó por el exagerado conservadurismo que hizo, por ejemplo, que incluso se les cubrieran las patas a las mesas porque en inglés la misma palabra, legs, se usa para las piernas de las mujeres y para las patas de las mesas. Se dejaba de servir pechuga de pollo porque en inglés la misma palabra, breast, designa las mamas de las mujeres y la pechuga del pollo.
Además, se produjo un fenómeno muy interesante: se admitía públicamente que los hombres se casaran y se casaran bien, pero todo el mundo sabía que los hombres casados tenían —o la mayoría de ellos, porque no estoy de acuerdo con las generalizaciones— simultáneamente una o varias amantes. Esa fue una época de un auge de la prostitución en Inglaterra como nunca se vio.
La época victoriana generó entonces restricciones y sometimiento sexual para las mujeres y mayor libertad sexual para los hombres. A lo largo de la historia ha habido una difícil relación entre los derechos y los deberes que podamos tener hombres y mujeres.
En el victorianismo, como sucede todavía en algunos países, las mujeres tenían una visión social mucho más dedicada hacia las cosas ligeras, un tanto intrascendentes, pero al mismo tiempo fueron piezas fundamentales en el progreso de la sociedad y en el gobierno de Inglaterra de esa época.
Bernardo Useche: Sí, y en esa época victoriana se dividían las mujeres en dos categorías: las esposas para tener hijos y las prostitutas para el placer sexual de los hombres.
Sigmund Freud descubrió que la represión sexual de la mujer era la causa de la histeria, que las mujeres que no alcanzaban el orgasmo se volvían neuróticas.
Magdalena Villegas: El doctor Freud fue supremamente importante y de hecho cambió, yo creo, la visión occidental sobre muchas cosas que tenían que ver con el aparato psíquico.
Sin embargo, nos hizo un flaco servicio a las mujeres, pues dividió el orgasmo apropiado del inapropiado, el orgasmo inmaduro del orgasmo maduro. Entonces, decía que las mujeres que obtenían el orgasmo a través de la estimulación vaginal, eran mujeres mucho mejor estructuradas y más maduras, y las mujeres que obteníamos —y me estoy incluyendo yo— el orgasmo por medio de la estimulación clitoridia, éramos mujeres más infantiles, unas mujeres menos estructuradas.
Esto hizo entonces que los consultorios de buena parte de los seguidores de Freud se llenaran de mujeres inmaduras e insatisfechas, porque para las mujeres en términos generales es mucho más difícil llegar al orgasmo por la sola estimulación vaginal, mientras que es muy sencillo si el estímulo está bien hecho en la zona del clítoris.
Bernardo Useche: Sí, Freud desarrolló una teoría de la inferioridad de la sexualidad femenina que se convirtió en el argumento de los ideólogos del capitalismo que se consolidó en Europa en el siglo XX para mantener sometida a la mujer.
Una de sus frases más conocidas es que “la anatomía es el destino”, ¿no? La mujer no tiene pene, entonces padece de un complejo psicológico de envidia del pene.
Magdalena Villegas: Bueno,¿ pero entonces qué se hizo para resolver la histeria femenina? la “histeria” entre comillas, porque por supuesto es una entidad un tanto compleja de definir y de sustentar.
Los médicos empezaron a examinar, cosa que no hizo el doctor Freud, a tocar a las mujeres para ver cuáles eran las que eran más sensibles a los estímulos táctiles, y encontraron que había estructuras de la vulva que parecían responder mejor y que, si se estimulaban, la mujer tenía un paroxismo erótico y ese paroxismo no era otra cosa que el orgarmo.
Encontraron, además, que luego de alcanzado el paroxismo, la mujer quedaba mucho mejor mentalmente, más ligera, menos confundida. Descubrieron que el orgasmo les producía un sentimiento de bienestar que seguramente se irradiaba a las relaciones domésticas y de toda índole.
Pero los dedos de los médicos se cansaban de esa estimulación (muchas mujeres acudían a consulta). Gracias a la electricidad se logró diseñar un primer prototipo de estimulador de tal naturaleza. Fue producido por la General Electric y era un aparato grandísimo, nada que ver con los succionadores de clítoris que están de moda hoy.
Era un aparato muy complejo, pero que cumplía con sus funciones y que se exhibía en los almacenes en la parte de los artículos domésticos, porque evidentemente la satisfacción que las mujeres obtenían generaba un clima de distensión y de placer que podía beneficiar a todo el núcleo familiar.
Bernardo Useche: Por supuesto la sociedad reguló este tipo de exámenes que hacían los doctores y esas prácticas fueron marginadas. Después de 1962, cuando apareció la primera píldora anticonceptiva, hubo toda esta explosión de una psicología de consumo que utiliza a la mujer para los comerciales, para las ventas y ahora existen las redes sociales, que permiten todo tipo de expresiones sexuales.
¿Consideras que eso ha beneficiado a la mujer para que se apropie de su propia sexualidad y sea dueña de sus propios orgasmos?
La presión social y la presión de los medios resulta un arma de doble filo: por un lado, ha hecho a las mujeres más conscientes sobre sus potencialidades, sobre sus derechos.
Por otro lado, ha ejercido demasiada presión y ha pretendido, lo mismo que sucede con las películas sexualmente explícitas, que las mujeres crean que tienen que caber dentro de un modelo único y que entonces, si no funcionan así, es que ellas son anormales.
Muchas mujeres hoy me consultan y por ejemplo me dicen: “mi novio tiene la fantasía de que yo me ponga un traje de enfermera sexy, porque vimos una película y entonces lo hicimos realidad. Pero yo me demoré muchísimo para excitarme y a diferencia de lo que pasaba con esas mujeres, yo no logré lo que en la película se veía tan fácil de obtener”.
A mí me parece que particularmente los medios de comunicación tratan de imponer un modelo de lo normal, de lo estético y de lo correcto, y las mujeres no podemos caber dentro de esos marcos tan rígidos porque no hay que olvidar la individualidad y la experiencia sexual previa de la mujer.
Si una mujer ha empezado su vida sexual, ojalá que no sea el caso, con una experiencia de agresión o de violencia, es muy trabajoso que ella después obtenga placer, a menos que haya resuelto los conflictos que tenga en su cabeza.
La presión de los medios y la sobresexualización de la publicidad comercial que emplea la desnudez femenina hace sentir a las mujeres utilizadas.
Es muy importante que las mujeres entendamos que somos personas absolutamente merecedoras del placer sexual, pues finalmente es lo que nos caracteriza como especie. Pero nos tenemos que quitar los yugos, los marcos y los estereotipos que nos obligan a aceptar unas expectativas de consumo o de aceptación social.
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Bernardo Useche: Ahora, desde la herencia biológica, háblanos por favor de las zonas erógenas asociadas con el orgasmo femenino. Háblanos del clítoris.
Magdalena Villegas: El órgano sexual por excelencia no está entre las piernas sino en el cerebro. Todo pasa allí, desde nuestras preferencias hasta nuestras valoraciones y experiencias previas. Todo pasa por el cerebro y allí queda, sea para bien o para mal.
Si nuestro cerebro almacena recuerdos de violencia, de agresión, de abuso, va a ser muy trabajoso romper o transformar esas valoraciones y esas huellas que quedan en nuestro cerebro. En ese sentido, el cerebro es el órgano sexual por excelencia.
Ahora, las experiencias sexuales se transmiten por el sistema nervioso y por ese complejo balance que tiene el cuerpo para llevar estímulos y para devolverlos e interpretarlos otra vez en el cerebro, entonces podríamos decir en términos generales que tenemos en el cuerpo zonas erógenas primarias y secundarias.
La zona erógena primaria de la mujer, y cuya estimulación permite alcanzar el orgasmo, definitivamente está en el clítoris. Hay una segunda zona erógena primaria que se encuentra en las paredes de la vagina.
Muchas veces las mujeres no se enteran de cuál es porque no han sido correctamente estimuladas, pero para las mujeres el órgano sexual erógeno genital es definitivamente el clítoris, que posee una gran inervación. De esta manera, cuando es correctamente estimulado, la mujer obtiene sensaciones muy placenteras.
Bernardo Useche: Sí, en una columna que escribí y que titulé “Envidia del clítoris”, para criticar a Freud con sus postulados de que la mujer padece de envidia del pene, describí un estudio que no hizo sino confirmar la inmensa importancia del clítoris para llegar al orgasmo en las mujeres.
En esa investigación se encontró que los clítoris estudiados tenían un promedio de 10.281 axones o fibras nerviosas con sus terminaciones en el nervio dorsal del clítoris. Es decir, el clítoris tiene una capacidad inmensa de suscitar exitabilidad sexual si es estimulado apropiadamente, bien sea por la propia mujer o en las relaciones sexuales con su pareja.
Por eso estoy de acuerdo contigo, Magdalena, en que hay una superioridad en la mujer, porque además el clítoris no envejece, mientras que el pene con los años se va viendo afectado de diversas maneras en su capacidad de responder a la estimulación y de alcanzar el orgasmo.
En cambio, no es extraño que mujeres de muy avanzada edad siguen llegando al orgasmo mediante el estímulo del clítoris. Es una superioridad enorme el contar con este órgano sexual.
Lo que podría agregar es que el coito vaginal no suele ser la mejor actividad sexual para que mujeres alcancen el orgasmo. Aunque las paredes de la vagina apropiadamente estimuladas también permiten llegar al orgasmo, en el coito heterosexual usualmente no se da la estimulación directa, con la intensidad ni durante el tiempo que se requiere para que la mujer pueda alcanzar el orgasmo.
Magdalena Villegas: Las mujeres tenemos la potencialidad de ser multiorgásmicas. Si el estímulo es adecuado, persistente, localizado y lo suficientemente intenso, una mujer puede ir hilvanando orgasmos.
En el caso de los hombres, casi que inevitablemente pasarán por un periodo refractario, que es el tiempo que transcurre en el hombre entre una eyaculación y la siguiente eyaculación. En el caso de las mujeres, la posibilidad de tener otro orgasmo (seguidamente del primero) será mucho más alta.
Sin embargo, muchas mujeres lastimosamente lo ignoran y no exploran esta potencialidad porque no saben que puede pasar, porque sus compañeros cesan los estímulos o porque pierden la estimulación.
Bernardo Useche: Es muy importante esa capacidad de ser multiorgásmica que tiene la mujer y que es mucho más escasa e infrecuente en los hombres.
En las mujeres hay una gran diversidad. No se necesita ser multiorgásmica para disfrutar plenamente del placer de un orgasmo, sobre todo si ese orgasmo es de alta intensidad, porque lo otro es que también hay orgasmos “de primera y de segunda”.
Magdalena Villegas: También hay muchas mujeres que responden muy bien a la estimulación y a la excitación, pero no llegan al orgasmo. Sin embargo, valoran como positiva la actividad sexual porque se cumplieron requerimientos de tipo afectivo o de tipo sensorial que para esas mujeres son importantes.
Además, las mujeres usualmente tenemos falsas expectativas y poco conocimiento con respecto a lo que es un orgasmo. Cuando yo les pregunto a las mujeres qué creen que es un orgasmo, algunas dicen que no han tenido orgasmos, que sí han tenido sensaciones muy placenteras pero que, voy a citarlas textualmente, “no les ha salido nada”, “no tienen ningún liquidito”, ni han sentido como fuegos pirotécnicos.
Tienen unas falsas expectativas de lo que es el orgasmo, sobre todo porque lo equiparan con la respuesta eyaculatoria que tienen los hombres en el momento en que están percibiendo el evento psíquico que es el orgasmo. El orgasmo es la percepción subjetiva del máximo placer, sin que necesariamente se tengan manifestaciones externas.
Bernardo Useche: ¿Qué se sabe hoy sobre la eyaculación femenina y el squirt, y qué tan necesario para obtener placer es que se presente este fenómeno de la expulsión de un líquido?
Magdalena Villegas: La única finalidad del orgasmo es proporcionar placer y uno no tiene que demostrarlo ni tiene que actuarlo. No hay necesidad de cosas tan exóticas como que tenga que ser expelida una cantidad determinada de un líquido —y todavía está por establecerse de qué características es— para que eso sea la evidencia de que una mujer tuvo un orgasmo.
Si decimos que el orgasmo aparece en el plano psíquico (en el plano de lo subjetivo), lo que cuenta es que yo sepa que he tenido un orgasmo.
En nuestro estudio, que ha sido muy bien valorado, conectamos a las mujeres a un holter para observar cómo cambian las frecuencias cardíacas a medida que aumenta la excitación sexual y se llega al orgasmo.
De esta manera, no solo teníamos el reporte de si la mujer subjetivamente había alcanzado un orgasmo de baja, mediana o alta intensidad, sino que podíamos verificar ese reporte por medio del aumento de la tasa cardiaca durante el tiempo en el que la mujer era estimulada sexualmente. Pero la sensación placentera, en sí misma, es una experiencia subjetiva individual que no se puede medir con un instrumento. Hay que medirla con la valoración personal.
No creo que haya que mostrar qué tipo de líquidos salen y en qué cantidad para garantizar que esa mujer evidentemente tiene un orgasmo. Por supuesto, hay mujeres que reportan que expulsan un determinado líquido por la vagina o por la uretra, porque para algunas no está clara la salida del líquido. Pero insisto: uno no tiene que demostrar nada para garantizar que tuvo un orgasmo.
Lastimosamente, muchas mujeres fingen el orgasmo y es una pregunta muy frecuente en la terapia. Las mujeres de alguna manera tenemos la idea de que los hombres tienen un ego muy frágil y que si les decimos que no hemos tenido el orgasmo estamos cuestionando su capacidad amatoria o erótica.
Entonces, muchas mujeres optan por decir que tuvieron un orgasmo sin haberlo tenido. El orgasmo a veces es motivo de fingimientos y de teatro, cuando debía ser el resultado de la búsqueda consciente del placer.
Es muy doloroso que las mujeres tomen esa actitud y no permitan que sus compañeros o compañeras las exploren más eróticamente o les hagan saber a sus parejas qué es lo que las hace vibrar, dónde les gusta ser estimuladas, con qué intensidad y con qué frecuencia.
Bernardo Useche: Hay una serie de aspectos del orgasmo que son puramente psicológicos, que dependen de la pareja con la que se tiene la actividad sexual.
Me refiero a aspectos tales como las fantasías, ingrediente común en las prácticas masturbatorias y en la actividad sexual coital; aspectos que tienen que ver con la percepción del otro en el momento del encuentro erótico, con la compenetración, no solamente física sino emocional. Y también aspectos como la concentración, que van a facilitar que se alcance o no el orgasmo femenino.
Magdalena Villegas: Cuando las mujeres consultan por dificultades para llegar al orgasmo, yo suelo preguntarles con quiénes se van a la cama. Encuentro con frecuencia que, además de la pareja, en su mente se han llevado a la cama personas que las hacen sentir culpables, que les hablan y les advierten que la actividad sexual es inapropiada, que se atraviesan entre sus deseos y la obtención del placer.
Esos pensamientos que a veces aparecen en medio de la actividad sexual impiden que se desactiven los centros neurológicos y procesos del sistema nervioso que se tienen que desactivar para permitir la libre sensación y la recepción de los estímulos sexuales, y que se produzcan las respuestas correspondientes de placer.
Hay muchos condicionantes psicológicos, como tú lo mencionas, pero también sensoriales y puramente fisiológicos que hacen que el orgasmo sea tan trabajoso de lograr; tan elusivo, a veces tan esquivo.
Son muchos los eventos que se atraviesan entre las sensaciones y la obtención de placer. Eventos que pasan por ideológico, por las experiencias previas, por la efectividad de los estímulos y demás condiciones.
Bernardo Useche: En ese sentido, el concepto de los mapas eróticos de John Money es muy importante porque explica la manera en que la historia sexual de cada persona, desde la infancia, va generando un perfil específico erótico que se va a materializar en la conducta sexual, en la experiencia sexual y en el momento de un acto sexual cualquiera.
De alguna manera, ese mapa erótico está resumiendo el pasado de su historia. Allí aparecen los traumas, las inseguridades y también las experiencias maravillosas que se hayan tenido.
Magdalena Villegas: Esta entrevista ha sido una excelente oportunidad de reivindicación del placer. Yo no quisiera centrarme solo en el día internacional del orgasmo femenino, sino extenderlo a todos los días e igualitariamente a todos los géneros porque me parece que, si lo que nos caracteriza como especie es la función erótica, la búsqueda deliberada del placer sexual, no debería haber un día del organismo femenino sino simplemente un día del orgasmo.
Espero que llegue pronto el día en que seamos mucho más conscientes de nuestra potencialidad, que nos demos cuenta de que gracias a todos los procesos por los que superamos nuestra condición animal hemos logrado, como seres humanos, poner en segundo lugar la función reproductora.
Espero el día en que las mujeres utilicen de manera consciente algún método de anticoncepción para evitar un embarazo no planeado e inoportuno, para así sumergirse como debe ser en la posibilidad de la obtención de placer.
Hoy es un día maravilloso para reconsiderar y recapitular cuál ha sido nuestra vida sexual. Pensemos que, gracias a que hoy vivimos más, todavía tenemos la oportunidad de ir por una nueva ruta. Si nuestra vida no ha sido muy placentera, es posible de alguna manera desatrasarnos y aprovechar el tiempo que nos quede para de verdad experimentar el placer.
Bernardo Useche: ¡Gracias, Magdalena! De mi parte quiero terminar la entrevista recordando a una amiga argentina, quien hace años me dijo que su secreto para estar tranquila y ser empática, solidaria y generosa era tener un orgasmo cada día. Es una excelente prescripción.