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martes, 8 de octubre de 2024
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El peligroso riesgo de conducir con sueño: un problema ignorado

Erwin Hernandez, Columnista, Mas Colombia

Erwin Hernández

Médico de la Universidad de La Sabana, PhD. en investigación clínica, Magíster en Atención Primaria en Salud, Magíster en Gobierno y Dirección del Sistema Sanitario. Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Sabana.

Conducir es una de las actividades diarias más comunes, pero también una de las más peligrosas cuando no se hace en las condiciones adecuadas. Durante años, hemos escuchado sobre los riesgos de conducir bajo la influencia del alcohol o las drogas, y campañas públicas han sido muy exitosas para reducir estos incidentes. Sin embargo, hay un factor igual de peligroso que sigue recibiendo poca atención: conducir con sueño.

Según el artículo publicado el año pasado (2023) por Sprajcer y colaboradores, “How Tired is Too Tired to Drive? A Systematic Review Assessing the Use of Prior Sleep Duration to Detect Driving Impairment”, se estima que la fatiga contribuye al menos al 20% de los accidentes de tráfico. Esto significa que, a pesar de los avances en otras áreas, la cantidad de accidentes relacionados con la somnolencia no ha disminuido de manera significativa.


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El estudio revisa más de 60 investigaciones científicas sobre el impacto de la falta de sueño en el rendimiento al volante, arrojando datos alarmantes. Esto se debe a que la falta de sueño tiene efectos similares a conducir bajo los efectos del alcohol, lo que aumenta considerablemente la probabilidad de sufrir accidentes.

Este no es un hallazgo aislado. De acuerdo con la Fundación Nacional del Sueño (National Sleep Foundation), conducir después de haber dormido menos de 5 horas equivale a conducir con un nivel de alcohol en sangre superior al límite legal.

La falta de sueño afecta la capacidad de concentración, ralentiza los tiempos de reacción y puede provocar microsueños, que son breves lapsos de sueño involuntario. Estos episodios, que pueden durar apenas unos segundos, son suficientes para causar un accidente fatal cuando se está al volante.

Por otro lado, un estudio realizado por Stutts y colaboradores en 2003 sobre los efectos de la privación de sueño en conductores, titulado “Driver Risk Factors for Sleep-Related Crashes”, descubrió que el riesgo de accidentes se duplica cuando las personas han dormido menos de 6 horas la noche anterior.

Este riesgo se incrementa de manera exponencial con cada hora de sueño perdida, lo que convierte a la falta de sueño en un factor de riesgo clave en los accidentes de tráfico.


Conducir con sueño, Más Colombia
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Los hallazgos de este estudio son consistentes con los de Williamson y Feyer (2000) en su artículo “Moderate Sleep Deprivation Produces Impairments in Cognitive and Motor Performance Equivalent to Legally Prescribed Levels of Alcohol Intoxication”, donde encontraron que estar despierto por más de 17 horas provoca un deterioro cognitivo equivalente al de una concentración de alcohol en sangre de 0,05%, el límite legal en muchos países.

Lo anterior se debe a que conducir con sueño afecta la capacidad de una persona para reaccionar ante peligros en la carretera. La fatiga reduce la capacidad de atención, incrementa la tendencia a cometer errores y, en casos extremos, puede causar microsueños, breves lapsos en los que el cerebro “desconecta” durante unos segundos. Por ello, en la carretera un segundo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Además, un artículo publicado por Connor y colaboradores en 2001, titulado “Role of Driver Sleepiness in Car Crashes: A Systematic Review of Epidemiological Evidence”, centrado en la fatiga del conductor en Nueva Zelanda, confirmó que el cansancio es responsable de una proporción significativa de accidentes mortales en las carreteras rurales.

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En dicho estudio, se estimó que un 19% de los accidentes graves relacionados con vehículos están vinculados a la fatiga, lo que es alarmante si consideramos las graves implicaciones que tiene este tipo de accidentes tanto en las víctimas como en sus familias y la economía del país.

Otro aspecto clave que destaca Sprajcer en su artículo es que no existe un consenso claro sobre cuánta cantidad de sueño es suficiente para que una persona pueda conducir de manera segura.

En muchos países, las campañas contra la conducción bajo la influencia del alcohol son claras y contundentes: existe un límite de alcohol en sangre que se considera seguro, y cualquier persona que lo sobrepase es considerada un peligro.

En cambio, no existe un «límite legal» de horas de sueño para los conductores. Esto significa que las personas no tienen una guía clara para saber cuándo están demasiado cansadas para conducir.


En ese sentido, algunos países han comenzado a implementar leyes más estrictas en torno a la conducción con fatiga. Por ejemplo, en Nueva Jersey, Estados Unidos, se puede acusar a una persona de homicidio vehicular si causa un accidente después de haber estado despierta más de 24 horas.

Sin embargo, estas leyes siguen siendo excepcionales y la mayoría de los países no tienen políticas claras para abordar este problema, a pesar de la evidencia científica que respalda su urgencia.

A pesar de la gravedad del problema, las campañas públicas y las políticas aún no reflejan adecuadamente el riesgo que supone conducir con sueño. Frases como “No conduzcas si estás cansado” no ofrecen una guía clara ni ayudan a las personas a evaluar realmente su capacidad para conducir.

El artículo de Sprajcer sugiere que es necesario implementar campañas más específicas y contundentes, que incluyan recomendaciones claras sobre cuántas horas de sueño son necesarias para evitar accidentes. Es decir, necesitamos una mayor conciencia y educación sobre la importancia del descanso adecuado antes de conducir.

La responsabilidad también recae sobre nosotros como individuos. No es suficiente esperar a que las políticas cambien. Si bien las leyes pueden servir como disuasión, cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de reconocer cuándo estamos demasiado cansados para conducir.

Hacer una pausa, descansar y asegurarnos de estar completamente alertas antes de tomar el volante puede marcar la diferencia entre llegar a casa sanos y salvos o no llegar.

Así mismo, la cultura moderna tiende a glorificar la productividad, y a menudo sacrificamos horas de sueño en nombre del trabajo o las responsabilidades. Muchos conductores, especialmente profesionales como los camioneros o las personas que trabajan en turnos nocturnos, a menudo no tienen la opción de dormir las horas recomendadas.


Sin embargo, la ciencia es clara: el sueño es esencial para una conducción segura. Conducir con sueño es, en muchos sentidos, tan peligroso como conducir bajo los efectos del alcohol.

En conclusión, el manejo con sueño es una amenaza seria y subestimada en nuestras carreteras, esto soportado por diversas investigaciones que destacan la urgencia de abordar este problema de la misma manera que lo hemos hecho con la conducción bajo los efectos del alcohol y así promover una conducción segura y disminuir el riesgo a todos los actores viales.