Guerra de tasas de interés: ¿llegó la hora de cambiar la receta para combatir la inflación?
Esta semana, varias entidades financieras sorprendieron al país al anunciar que reducirán las tasas de interés que les cobran a sus usuarios de tarjetas de crédito.
Primero fue Bancolombia, que anunció el 9 de marzo la reducción del interés que cobra por el uso de las tarjetas de crédito, del 46% al 25%.
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Tras la decisión de Bancolombia, otros bancos han hecho anuncios similares. A Bancolombia le siguió Davivienda. Este banco dijo que rebajará la tasa del 46% al 20% —5% menos que Bancolombia— a partir del 11 de marzo.
Luego fueron el Banco de Bogotá, el Banco de Occidente, el BBVA, Scotiabank Colpatria y el Banco Agrario.
Los anuncios se producen en un contexto de competencia por la compra de cartera entre los diferentes bancos. Estos son una muestra, además, de la discrecionalidad con la que los bancos manejan las tasas de interés y revelan que sí están en capacidad de moverlas por decisión administrativa.
Los alivios anunciados no aplican para la totalidad de los clientes, sino que dependen de factores como el tipo de compra, el monto y el cupo máximo de la tarjeta de crédito. En general, las medidas aplican para montos y cupos relativamente bajos, y para compras de productos de primera necesidad.
Los anuncios fueron saludados por el presidente de la República, Gustavo Petro, en su cuenta de Twitter, y han generado polémica porque toman distancia del manejo que le viene dando el Banco de la República a la inflación.
Sus palabras se suman a las de economistas que vienen cuestionando la conveniencia de elevar a niveles históricos las tasas de interés para atajar la inflación.
Para qué aumenta las tasas de interés el Banco de la República
Aumentar las tasas de interés es una de las estrategias ortodoxas a las que suelen acudir los bancos centrales para combatir las alzas desmedidas de la inflación. Al hacerlo, se encarece el costo del dinero y se desestimula el gasto. Esta reducción de la demanda, a su vez, desestimula —o al menos eso se espera— el aumento de los precios de los bienes y servicios.
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Sin embargo, tasas de interés demasiado altas tienen —o pueden tener— un impacto negativo en la economía, pues les dificultan el acceso al crédito tanto a los ciudadanos como a las empresas y el menor consumo desacelera la economía, con lo que se ve afectado el crecimiento económico.
La tasa de usura, que es la que suelen aplicar los bancos a las tarjetas de crédito y que marca el máximo interés que se le puede cobrar legalmente a una persona en Colombia por un crédito ordinario y de consumo, fue fijada para marzo en 46,26%, una cifra sin duda alarmante.
Aunque el aumento de las tasas de interés se viene presentando desde noviembre de 2021, el año pasado los incrementos se intensificaron. Así, mientras en enero de 2022 la tasa de usura fue de 26,49%, en diciembre cerró en 41,46%. Este año, la tendencia se ha mantenido; en enero se situó en 43,26%, en febrero en 45,27% y para marzo fue fijada en 46,26%.
En esta ocasión, la receta aplicada por el Banco de la República no ha funcionado. A pesar de que una tasa de usura ha alcanzado cotas preocupantes, la inflación sigue siendo de dos dígitos. En 2022, este indicador cerró en 13,12%, y la inflación anual a febrero de 2023 fue de 13,28%. Con ello, siguió siendo la más alta en 24 años. Con los anuncios de las entidades financieras y los resultados macroeconómicos sobre la mesa, está por verse si el Banco de la República persiste en su estrategia.
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