La lucha contra la obsolescencia programada continúa: Europa insiste obligar a que las compañías reparen los productos dañados

Los objetos ya no los hacen como antes. Esta es la opinión de algunas personas que explican así su admiración por los enormes avances que ha tenido la industria en el desarrollo de bienes finales, lo que demuestra, a su vez, el gran desarrollo en los bienes de capital, es decir, máquinas que fabrican otras máquinas. No obstante, que una parte importante de la industria mundial no haga los objetos como antes también puede denotar insatisfacción por el producto comprado, que ya no durará toda una vida humana. Estamos hablando de la obsolescencia programada.
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La obsolescencia programada es una estrategia implementada por varios fabricantes con la que el objeto fabricado se dañará en un tiempo determinado. Esta práctica hace que el consumidor tenga que reemplazar el artefacto en cuestión de meses o de un par de años.
Ante esto, la comunidad de la Unión Europea (UE) ha dado pasos para frenar este comportamiento que afecta al consumidor, su economía y a la vida en la Tierra.
Medidas para frenar la obsolescencia programada
El Derecho a la reparación es una apuesta de la Unión Europea para frenar la basura electrónica como resultado de la obsolescencia programada. De ser aprobada esta medida, los fabricantes estarían obligados a reparar los productos dañados, un servicio que puede ser garantizado directamente por el fabricante o a través de terceros.
Se trata de una medida que obliga a los fabricantes a reparar los productos dañados dentro del tiempo de garantía, siempre y cuando el costo de la reparación no supere el de la sustitución. Luego de este periodo, y entre cinco a diez años después de la compra del producto, es obligación de los fabricantes reparar los artefactos dañados, aunque esta vez el arreglo correrá por cuenta del consumidor.
Asimismo, el derecho a la reparación obliga a que los fabricantes divulguen cómo se deben reparar los productos, con el objetivo de evitar monopolio para este tipo de servicio.
Sin embargo, el derecho de reparación es solo una de varias medidas que la UE está evaluando para implementar. Esta comunidad ya ha adoptado unos requisitos de diseño ecológico para electrodomésticos, y se han conocido algunas iniciativas para explorar a profundidad el “derecho a reemplazar” bajo apuestas como el Plan de Acción de Economía Circular.
Además, varios países de la UE han implementado algunas medidas a nivel nacional que van por esta vía.
La Asamblea Nacional de Francia aprobó en 2020 la implementación de un índice de calificaciones de reparabilidad para productos como teléfonos inteligentes, lavadoras, televisores, entre otros electrodomésticos de marcas como Apple y Samsung.
La medida entró en vigor en enero de 2021 y obliga a los fabricantes a incorporar un diagrama en los productos que señale la calificación de reparabilidad, similar al que tienen las neveras o las lavadores sobre consumo de energía, a partir de los siguientes criterios:
- Facilidad de reparación
- precio de las piezas de repuesto
- disponibilidad de piezas de repuesto
- disponibilidad de documentación de reparación
- y un valor que varía según el tipo de producto.
Por su parte, el gobierno de Australia implementó el año pasado un plan para cubrir la mitad del costo de la reparación de los artefactos dañados por defectos de fábrica. Sin embargo, el programa superó las expectativas de las autoridades, quienes esperaban que a inicios de 2026 se redimieran 400 mil bonos por valor de 200 euros. En lo que va del 2023, se han redimido 560 mil.
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¿Qué es la obsolescencia programada?
En nuestros días, es común encontrar en el mercado objetos que se ofrecen a precios muy poco asequibles. Quizá el artefacto que mejor puede representar este tema es un smatphone, o teléfono inteligente.
Los precios son tan elevados que el objeto puede venir acompañado de todo un plan de financiación y hasta un seguro por robo. De entrada, el consumidor ya sabe que el aparato no durará toda la vida, como los objetos de antes, a pesar del elevado precio.
Se trata de una estrategia de diseño y fabricación de productos en la que se planifica el tiempo de duración de su vida útil. Es decir, que desde el momento de su fabricación, los productores trazan una duración limitada, lo que termina por obligar a los consumidores a comprar con más frecuencia el mismo objeto pero más actualizado.
La obsolescencia programada es una práctica muy controvertida, pues se logra a través del uso de materiales de baja calidad, la incorporación de componentes no reparables o la limitación artificial de su funcionamiento.
Si bien la medida mueve el mercado porque asegura que los fabricantes mantengan ventas periódicas, su costo para la vida en la Tierra es muy alto, ya que aumenta de manera casi exponencial los desechos electrónicos.
Es importante señalar que en muchas ocasiones, los desechos electrónicos no pueden ser reciclados debido a la dificultad de separar las piezas de acuerdo a su material.
Además, la obsolescencia programada genera una demanda excesiva de metales obtenidos por extracción minera y despierta artificialmente el interés por adquirir productos que no son necesarios a una velocidad alarmante.
Sumado a lo anterior, los fabricantes han implementado con el tiempo dispositivos electrónicos cada vez más compactos y difíciles de reparar. Por ejemplo, muchos audífonos inalámbricos son imposibles de desmontar y, como consecuencia, de reparar, señaló Chloe Mikolajczak, activista de Right to Repair, una campaña emprendida por 40 organizaciones de 15 países europeos.
Mikolajczak anota que esto también sucede con las baterías, pues después de que se agotan se deben botar porque no se pueden reciclar ni reparar; igual que con los teléfonos inteligentes, con el tiempo, son más difíciles de reparar debido a su complejidad.
Del bombillo a los audífonos inalámbricos
Se comenzó a hablar de la obsolescencia programada en la década de 1920, cuando los fabricantes de bombillos comenzaron a limitar su duración con el fin de concentrar más ventas.
Fue en los años 50 y 60 cuando el concepto se popularizó con la llegada de la sociedad de consumo y la masificación de productos electrónicos como televisores y electrodomésticos, diseñados para durar solo unos pocos años. Desde entonces, ha habido un creciente interés en luchar contra la obsolescencia programada y fomentar la producción y el consumo responsable.
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