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martes, 21 de enero de 2025
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¿La paz total de Petro se convertirá en violencia total para Colombia?

Omar Arias Columnista Mas Colombia

Ómar Arias

Profesor de la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de La Sabana.

La política de paz total es una de las banderas del presidente Gustavo Petro. Los graves problemas de orden público que azotan al país son un llamado recurrente para buscar la paz. La idea de Petro es generalizar el proceso de paz de Juan Manuel Santos con las FARC-EP, incluyendo ahora varios grupos criminales de Colombia. ¿Es una buena idea?

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La búsqueda de la paz es un deber moral del Estado. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras una parte de la población sufre las consecuencias del conflicto. Sin embargo, una política no se puede medir por sus intenciones sino por sus resultados. Podemos revisar los resultados de la paz parcial de Santos para pronosticar los efectos de la paz total de Petro. 

El proceso de paz de Juan Manuel Santos no solo no resolvió el conflicto armado con las FARC-EP, porque sus disidencias se levantaron en armas contra el Estado, sino que incentivó inintencionalmente la aparición de otros grupos armados ilegales. ¿Qué explica esta aparente contradicción? 

Primero, incentivos económicos. El protagonista del conflicto interno colombiano es el narcotráfico. Varios grupos insurgentes y contrainsurgentes se convirtieron en narcotraficantes que financian su lucha armada a través de los enormes beneficios económicos de la cocaína. El conflicto interno colombiano ya no es político ni ideológico, sino económico.

El mercado internacional de cocaína es tan rentable que, por la hipótesis de Eugene Fama, podemos esperar con certeza la aparición de uno o más grupos ilegales dispuestos a explotarlo. El proceso de paz de Santos dejó huérfano una parte de este mercado en 2016, pero rápidamente aparecieron grupos disidentes de las mismas FARC-EP, y nuevos grupos criminales, disputando su parte del botín. Mientras el narcotráfico sea rentable, habrá grupos criminales, con o sin procesos de paz.

Este es el famoso efecto hidra. Cuando Hércules cortaba una cabeza a la hidra, aparecían dos cabezas más. Si cortaba otras dos, aparecían cuatro más. El proceso de paz de Santos desmovilizó las FARC-EP, pero rápidamente aparecieron las disidencias de los Ivanes Mordisco y Márquez. 


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Al negociar con estas disidencias, como propone Petro, aparecerán por lo menos cuatro disidencias más, y así sucesivamente hasta terminar con un Estado fallido que perderá la lucha contra la ilegalidad.

Segundo, incentivos políticos. La base del proceso de paz total de Petro, al igual que el de Santos, es negociar derechos políticos y económicos con los grupos ilegales más violentos del país. La gente responde a incentivos. Este tipo de negociaciones incentivan inintencionalmente a los grupos ilegales a financiarse a través del narcotráfico para convertirse en una espada de Damocles que doblegue las instituciones democráticas del Estado.

Este es el famoso efecto cobra. Cuando la ciudad de Nueva Delhi estaba infestada de cobras durante la ocupación británica, la corona implementó la política de pagar por cabeza de cobra, lo cual triplicó el número de cobras, porque la gente las criaba en sus casas para reclamar el pago correspondiente. 

El mensaje que envían inintencionalmente los procesos de paz de Santos y Petro es que, si un grupo criminal quiere amnistía, perdón y olvido, entonces deberá luchar eficazmente contra el Estado. Esto recrudece la lucha armada en Colombia y debilita el estado de derecho. 

Colombia debe avanzar hacia la consecución de una paz real. Para esto necesitamos un sistema de incentivos apropiado. ¿Cómo hacerlo? Primero, reducir los beneficios del narcotráfico. Debemos utilizar tecnología para atacar el lavado de activos e interceptar los cargamentos en las fronteras del país. Segundo, incentivar la economía legal. 

Necesitamos estímulos tributarios a la formalidad en la periferia del país para motivar a los campesinos a dejar la producción de hoja de coca. Tercero, fortalecer el pie de fuerza, especialmente en las zonas Pacífica y Amazonía, para respaldar la actividad legal y cambiar la política de “al que la hace le pagan” por una política de “el que la hace la paga”.


El proceso de paz de Santos incentivó inintencionalmente la aparición de varios grupos armados ilegales. Si se aprueba la paz total de Petro, al cabo de 10 años, tendríamos muchos más grupos criminales cada uno presionando al Estado por derechos políticos y económicos. 

La política de pagar por no matar exacerba la violencia por los efectos hidra y cobra, y redistribuye injustamente los recursos de las víctimas hacia los victimarios. La paz total de Gustavo Petro se convertirá a largo plazo en violencia total que transformará a Colombia inintencionalmente en la potencia mundial de la muerte.