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Mantequear

Marta Isabel González, Columnista, Más Colombia

Marta Isabel González

Ingeniera de Diseño de Producto, Magíster en Mercadeo, creadora de La Vendedora de Crêpes.

Soy la primera que está en empeñada en que reconozcamos el valor de los oficios, y aunque no soy la que más sepa de los muchos oficios que existen en el mundo, me atrevería a decir que cocinar es uno de los más exigentes. Las ollas enormes, el calor, exponerse a quemaduras, el esfuerzo físico, estar siempre contra el reloj y muchas otras variables hacen de este oficio una labor ardua.

Sin embargo, existe en nuestro país la costumbre de decir que la gente “mantequea” del verbo “mantequear” y tiende a ser un calificativo peyorativo, porque los grandes chefs no “mantequean”. Ellos crean, hacen magia con las manos, pero la señora que vende empanadas en la esquina es una “mantequera” como si la manteca no hubiera hecho parte de la dieta de todos en este país y fuera un alimento de segunda categoría.

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Cuando subo fotos haciendo crêpes en mi cuenta de Instagram de La Vendedora de Crepes, muchas veces digo que estoy “mantequeando” y no es raro que, cuando uso ese verbo, las personas me digan que yo no mantequeo sino que cocino; o que ese verbo es muy feo y que mejor use otro.

Imagen: Cortesía de Marta Isabel González

Créanme que lo agradezco porque eso quiere decir que respetan mi trabajo y no quieren que lo baje de categoría, pero es que lo que yo quiero no es bajar la categoría de mi trabajo sino subir la del verbo “mantequear”.

Porque este país está lleno de personas que antes de que salga el sol ya están montando sus puestos de venta de fritanga y, cuando muchos salen a trabajar, ellos ya llevan un rato “mantequeando” para sacar a delante sus familias, para tener con qué mercar, para ayudarle al hijo que está yendo a la universidad o para mantener a una mamá enferma. Para mí, en eso hay más categoría que en todos los restaurantes con estrellas Michelin del mundo.

Si conoces a alguien que se dedique a “mantequear”, por favor léele esta columna y dile que si algún día alguien trata de insultarlo diciéndole que es “mantequero”, el chiste se cuenta solo porque lo que está haciendo es echarle flores. Seguiré “mantequeando” orgullosamente hasta que el verbo deje ser peyorativo y se convierta en halago, y hasta que los oficios sean tan respetables como las profesiones.

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