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miércoles, 11 de diciembre de 2024
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Viruela del mono, vacunas y ministros

Bernardo Useche, Columnista, Más Colombia

Bernardo Useche

Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, PHD en Sexualidad Humana del IASHS de San Francisco, CA y PhD en Salud Pública de la Universidad de Texas en Houston.

El Ministerio de Salud en un comunicado de prensa del 20 de octubre (el mismo que por su falta de claridad parece redactado por el “enemigo interno” del nuevo gobierno) anunció que se está negociando un memorando de entendimiento que permitiría al país, en el marco de un proyecto de investigación, recibir 25 mil dosis de vacunas contra la viruela del mono. El mismo día, El Dr. Fernando Ruiz respondió lanza en ristre contra la actual Ministra de Salud por la demora en la compra de este tipo vacunas, hoy tan necesarias (olvidó decir que, él mismo como Ministro de Salud del gobierno Duque, fue criticado por la demora en negociar y comprar las vacunas contra el COVID-19).  

Hay pocas vacunas contra la viruela símica o del mono y su producción no es suficiente para satisfacer la demanda internacional. La única vacuna aprobada por la FDA de los Estados Unidos es la vacuna JYNNEOS de la compañía danesa Bavarian Nordic, con una producción anual estimada de aproximadamente 35 millones de dosis, una oferta que permitiría vacunar unos 17.5 millones de personas dado que su eficacia requiere dos dosis. Por esta razón, y aunque inicialmente la compañía expandió su planta y pretendió aumentar la producción en su factoría, decidió en agosto pasado buscar alianzas para establecer en varios países plantas de producción de su vacuna. 


En cuanto a la adquisición de vacunas, el Ministerio de Salud actual asume hoy una posición contraria a la asumida por el ministerio del Dr. Ruiz con respecto a la compra de vacunas contra el COVID-19. En el gobierno Duque se priorizó la “negociación” bilateral, en la que Colombia terminó por aceptar todas las condiciones de Pfizer y compañía. El MinSalud del Dr. Ruiz dilató la compra hasta que se aprobó en el Congreso la ley de vacunas que proporcionó seguridad jurídica al negocio de las corporaciones. 

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La Dra. Corcho informó del retiro de la negociación con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que había anunciado el 23 de agosto mediante el cual Colombia recibiría 5.600 dosis. El argumento con el que sustentó el retiro, en principio es válido: no es posible aceptar las condiciones de la cláusula de indemnidad exigida en el contrato. El paso siguiente fue el comunicado del 20 de octubre que produjo la reacción del exministro.

Una segunda vacuna contra la viruela es ACAM2000, aprobada en los Estados Unidos para inmunizar contra viruela, pero que se encuentra apenas en investigación como vacuna contra viruela del mono bajo un protocolo especial denominado de “acceso ampliado” o «uso compasivo» (ver enlace). Este tipo de investigación no se realiza dentro de los tradicionales ensayos clínicos por considerarse que su objetivo es tratar a pacientes con enfermedades graves o en peligro inmediato de muerte cuando no hay otros tratamientos disponibles (ver enlace). 

Los Estados Unidos cuentan con dosis de ACAM2000 suficientes para atender la actual demanda mundial, pero deben investigar su seguridad y eficacia, toda vez que esta vacuna presenta contraindicaciones y efectos secundarios que llegan en algunos casos a afectar seriamente el corazón. 

Es el momento oportuno para que la Dra. Carolina Corcho confirme si es esta vacuna ACAM2000 a la que se refiere el comunicado de prensa del Ministerio de Salud y con la cual se espera recibir una donación de “25 mil dosis de vacunas contra la viruela símica” (ver enlace). Esto pareciera aceptarse cuando se habla de que es “dentro de un protocolo de investigación”. Igual o más importante es que el Ministerio de Salud confirme si esas dosis irían dirigidas a 12.500 participantes que se reclutarían en el curso del protocolo de investigación de “uso compasivo” de la vacuna ACAM2000.


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Los casos diagnosticados diariamente de viruela del mono empiezan a disminuir en el mundo y se sabe que, a diferencia del COVID-19, no toda la población debe ser vacunada, salvo que la transmisión se extendiera a otros grupos de la población. El manejo del brote de viruela del mono exige más que vacunación. Conviene asimilar la experiencia del gobierno anterior, en la que el foco de manejo de la pandemia fueron las vacunas y hubo negligencia con el PRASS y las medidas de salud pública no farmacológicas. Es fundamental tener estimaciones aproximadas de la población que necesita ser vacunada.

Aun así, la falta de vacunas continúa siendo una realidad. Mientras los países con más recursos firman contratos con Bavarian Nordic por más dosis que las que necesitan (Suiza, con cerca de 9 millones de habitantes, acaba de firmar un nuevo contrato por 100.000 dosis para antes de fin de año), los países pobres, especialmente de África logran, en el mejor de los casos, acceso a número de dosis insuficientes. Se repite la historia de la inequidad en el acceso a las vacunas contra el COVID-19.  Otros países latinoamericanos, a diferencia de Brasil y Chile, que negociaron prontamente e iniciaron vacunación, aplazan la compra del mínimo de dosis para un manejo adecuado de la emergencia y adoptan la estrategia de las empresas farmacéuticas, que buscan arrebatar el monopolio a la empresa de Dinamarca que tomó la delantera.

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