Cierre de Propal en el Valle del Cauca alarma al sector industrial colombiano
El cierre de Propal en el Valle del Cauca confirma el deterioro industrial de Colombia. Grupo Proindustria exige acción al Gobierno ante ola de cierres empresariales.

El cierre de la planta Propal en Yumbo, Valle del Cauca es otra señal de alerta sobre el deterioro de la industria nacional. Más de 500 familias quedaron afectadas. Grupo Proindustria denuncia dumping y exige acción inmediata al Gobierno. El caso se suma a una larga lista de cierres industriales en Colombia.
Vídeo de Fernando Restrepo: https://fb.watch/zmtM5Vlyte/
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El cierre de Propal en Yumbo refleja el abandono institucional a la industria
El reciente cierre de la planta de Propal en Yumbo, Valle del Cauca, no es un hecho aislado. Es la manifestación más reciente de un fenómeno que se viene gestando desde hace años: la desindustrialización progresiva de Colombia. La empresa, dedicada a la producción de papeles, cesó sus operaciones dejando a más de 500 familias sin sustento. Para el Grupo Proindustria, se trata de un nuevo golpe a la ya debilitada capacidad productiva del país.
Luis Fernando Restrepo, vocero del grupo, denunció que este cierre no se dio por ineficiencia interna, sino por prácticas de competencia desleal, en particular dumping, que fueron advertidas con antelación al Ministerio de Comercio. Hace un año, Propal había presentado evidencia de estas maniobras que afectan el precio de mercado y vuelven inviable la producción nacional. Sin embargo, las autoridades no actuaron con celeridad ni firmeza.
«Esto no es libre competencia, es dumping», afirmó Restrepo. «Y mientras eso ocurre, el Gobierno permanece inactivo.»
Empresas históricas han salido del país por falta de protección
La preocupación del Grupo Proindustria no se limita a Propal. El cierre de esta planta se suma a una lista extensa y preocupante: Mazda, Colmotores, Gillette, Icollantas, Texpinal, Jean & Jackets, Philips, Electrolux, la planta de Quaker, Industrias Singer. En cada caso, la historia es similar: empresas que durante décadas sostuvieron empleo y generaron valor agregado, fueron ahora expulsadas del mercado por falta de protección, apertura comercial desmedida y desinterés institucional.
El Grupo Proindustria ha advertido que más de medio centenar de empresas emblemáticas han cerrado sus operaciones en Colombia como resultado de las políticas de apertura comercial aplicadas desde la década de 1990. Según esta organización, la firma de múltiples Tratados de Libre Comercio sin un respaldo real al aparato productivo ha derivado en una pérdida sistemática de capacidad industrial. Hernando Trujillo, Gillette Colombia, Icollantas y Coltabaco figuran entre las compañías que desaparecieron en ese contexto. La lista completa, elaborada por el propio Grupo, ilustra la dimensión del desmonte industrial que vive el país.
En línea con estos cierres, el Grupo Proindustria advirtió que la pérdida de industrias nacionales ha afectado sectores clave como la manufactura y la agroindustria. A su juicio, el país ha venido reemplazando su capacidad productiva con importaciones masivas, lo que compromete tanto la seguridad alimentaria como el desarrollo de nuevas capacidades exportadoras
Solicitudes ignoradas: la carta al Ministerio
La carta enviada por el Grupo Proindustria al Ministerio de Comercio, con fecha del 21 de abril de 2025, expresa con claridad esa preocupación. En ella se insiste en la necesidad de adoptar medidas urgentes de protección arancelaria, dado que las investigaciones por dumping, aunque iniciadas, no han derivado en acciones concretas. La organización pide una política de defensa comercial activa, que actúe antes de que las empresas cierren.
«No podemos seguir esperando a que nuestras industrias colapsen para actuar», dice la misiva.
El planteamiento es sencillo: si existen indicios razonables, deben aplicarse medidas provisionales mientras se sustancia la investigación, con la posibilidad de reversarlas si se demuestra su improcedencia. Pero el tiempo de las decisiones no puede medirse en años.
El modelo económico actual profundiza la crisis
En el fondo, lo que está en juego es el modelo económico del país. Un modelo que ha priorizado la importación de bienes manufacturados sobre la promoción de la industria local. Las cifras de empleo, la calidad del trabajo formal, el crecimiento de la productividad industrial, todo apunta hacia una misma dirección: retroceso.
Empresas como Propal no solo representan un renglón económico. Representan tecnología, encadenamientos productivos, capacidades acumuladas por décadas y conocimiento técnico. Cuando una fábrica cierra, no solo se pierden empleos: se pierde una porción de la soberanía económica del país.
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Medidas urgentes para frenar el deterioro productivo
Desde el Grupo Proindustria se han solicitado tres medidas inmediatas:
- Implementación de medidas arancelarias provisionales que frenen el ingreso de productos a precios de dumping.
- Agilización de los procesos investigativos en plazos razonables.
- Sanción ejemplar a empresas extranjeras que usen estrategias desleales para capturar mercado.
La ministra Cielo Rusinque ha sido señalada por su pasividad frente al tema. Aunque el Ministerio asegura estar adelantando investigaciones, la lentitud en la reacción institucional ha sido evidente. Entre tanto, la producción local se apaga.
Yumbo siente los efectos inmediatos del cierre
En Yumbo, las consecuencias ya se sienten. Comercios alrededor de la planta han reportado caídas en las ventas. Talleres que prestaban servicios a Propal comenzaron a cerrar. Y los trabajadores despedidos, muchos con años de experiencia, enfrentan un mercado laboral precarizado y saturado.
Sin industria, no hay desarrollo sostenible
En otros casos, como el de Mazda o Colmotores, la salida del país dejó una huella económica visible: plantas inactivas, despidos masivos y afectaciones al entorno productivo local, según reportes de El Colombiano y La República. El mensaje es claro: sin industria no hay desarrollo sostenible. La apertura indiscriminada, sin protección inteligente, puede terminar siendo un suicidio económico.
Para el Grupo Proindustria, lo que sucede no es casualidad ni consecuencia natural del mercado. Es el resultado de decisiones políticas concretas: de tratados de libre comercio firmados sin evaluación de impacto, de desmonte de mecanismos de protección productiva, de la indiferencia de los gobiernos ante las alertas del sector privado.
¿Aún hay tiempo para evitar la desindustrialización?
La situación de Propal podría haberse evitado. Así lo cree el vocero del grupo, quien insiste en que había mecanismos legales para aplicar medidas de defensa comercial. Lo que faltó fue voluntad. «Colombia no puede permitir que la desindustrialización sea el legado de este gobierno», concluye.
En un entorno internacional donde cada vez más países adoptan estrategias para proteger su industria, Colombia parece ir en sentido contrario. La pregunta que queda es si aún hay tiempo para rectificar el rumbo.
Mientras tanto, las máquinas de Propal se apagan. Y con ellas, una parte de la historia industrial del Valle y del país también desaparece.