Las alarmantes cifras de la FAO sobre los jóvenes en los sistemas agroalimentarios: las mujeres rurales jóvenes son las más afectadas
La transformación de los sistemas agroalimentarios es necesaria para la revitalización de las zonas rurales. Uno de los problemas principales que enfrentan los gobiernos es que los datos sobre población joven no son alentadores. Tanto el incremento de movilidad interna hacia zonas urbanas como de la disminución de las tasas de fertilidad, particularmente en países de ingresos medios y altos, son alarmantes.
En un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se defiende que la transformación general de los sistemas agroalimentarios para la inclusión de los jóvenes debe enfocarse en tres objetivos específicos: la ampliación de la oferta de puestos de trabajo decentes, la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición de los jóvenes, y el fortalecimiento de la resiliencia de los jóvenes ante las crisis.
A continuación, le contamos las consideraciones que presentó la agencia de las Naciones Unidas sobre cada uno de estos objetivos y las recomendaciones particulares para conseguirlas.
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Ampliación de la oferta de puestos de trabajo decentes en la transformación de los sistemas agroalimentarios
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que a nivel mundial hay cerca de 1,300 millones de personas entre los 15 y los 24 años. De ellas, el 46% todavía vive en zonas rurales y, de este porcentaje, la mayoría vive en zonas con un potencial de productividad agrícola elevado y un acceso moderado o alto a los mercados.
Sin embargo, la población rural joven enfrenta barreras importantes al momento de conseguir un salario decente y oportunidades de empleo por cuenta propia en los sistemas agroalimentarios. Las mujeres jóvenes tienen menos posibilidades de estudiar, trabajar o formarse debido principalmente a la carga de ser las cuidadoras del hogar y al matrimonio a edades tempranas, lo que les impide garantizarse una vida autónoma.
Por una parte, los países de ingresos más altos son los que enfrentan mayor escasez de mano de obra y un menor porcentaje de jóvenes rurales. Se ha determinado que los incentivos económicos no son suficientes para atraer a hombres y mujeres jóvenes a trabajar en los sistemas agroalimentarios. Según la FAO, en estos casos “las políticas deben abordar los factores económicos, sociales, psicológicos e institucionales que impiden la renovación generacional y tener en cuenta los intereses contrapuestos y las compensaciones recíprocas que existen entre generaciones y entre las poblaciones urbanas y rurales”.
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En países de recursos bajos y medios, por otra parte, se enfrentan a un menor acceso a la enseñanza formal de calidad en comparación con los que viven en zonas urbanas. Solo el 74% de la juventud rural finaliza la educación secundaria elemental, en comparación con el 85% de las zonas urbanas. Además, hay barreras para el acceso a las tierras a causa del “elevado precio de las tierras, la escasez de ahorros y el acceso inadecuado a créditos”.
Si bien todo este panorama es preocupante, los datos más alarmantes son los de las mujeres jóvenes rurales. Según el informe de la FAO, ellas “destinan casi el triple de tiempo que los hombres jóvenes a tareas domésticas no remuneradas”, y usualmente quedan excluidas de la fuerza de trabajo y la escuela. En ese sentido, no desarrollan las mismas capacidades ni pueden destinar el mismo tiempo que los hombres jóvenes a trabajar a tiempo completo, sobre todo en los sistemas agroalimentarios menos transformados.
Mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición de los jóvenes
La inseguridad alimentaria y la malnutrición son recurrentes en la población joven y sus tasas están aumentando de manera preocupante a escala mundial. Los datos de la FAO, en el que se incluyen 97 países, muestran que la inseguridad alimentaria en jóvenes aumentó del 16,7% en el trienio 2014-16 al 24,4 % en 2021-23.
La juventud es una etapa decisiva del crecimiento y, por esa razón, la nutrición es esencial. Lo que se ha identificado es que los jóvenes urbanos “tienen acceso a una nutrición más variada y rica en nutrientes” que los de zonas rurales. En ese sentido, la FAO hace énfasis en la importancia de garantizar un enfoque de derechos en la alimentación de las personas jóvenes rurales, que asegure un acceso asequible a alimentos nutritivos.
Fortalecimiento de la resiliencia
Los efectos del cambio climático hacen que las personas jóvenes dejen de trabajar en los sistemas agroalimentarios después de largos periodos de precipitaciones extremas. En su mayoría, tienden a migrar hacia zonas urbanas que les permitan mantener una mejor calidad de vida.
Las mujeres, por su parte, son más precarizadas en estos contextos. Según el informe de la FAO, tanto en situaciones climáticas adversas como en contextos de conflicto armado se suele emplear más a las mujeres. Esto se debe a que la ausencia temporal o la pérdida permanente de los hombres las hace responsables del sustento familiar.
Las mujeres rurales son, en ese sentido, las más afectadas en cuanto al acceso a derechos básicos, especialmente a educación, alimentación y trabajo digno.
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