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domingo, 20 de abril de 2025
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El fin del mundo por la Inteligencia Artificial – IA

Diego Cabrejo, Columnista, Más Colombia

Diego Cabrejo

Matemático e Ingeniero Electrónico, Magíster en Matemáticas Puras, Gerente de Riesgo y Co-Founder de la Fintech Prestanza (R). dcabrejo@prestanza.com

Desde siempre el ser humano ha profetizado el fin del mundo, pero ¿qué es lo que verdaderamente significa? ¿Está la humanidad en peligro? ¿Está la vida en la Tierra en peligro? ¿Está nuestra gran bola de átomos, que llamamos planeta Tierra, en peligro? ¿Está el espacio-tiempo, es decir nuestro universo entero, en peligro? ¿Y cuándo se materializarán estos riesgos?

Durante el último año, una serie de reflexiones ha irrumpido en mi conciencia, impulsándome hacia una profunda contemplación: la Inteligencia Artificial (IA) y su potencial riesgo existencial para la humanidad. Este tema, que despierta en mí una ansiedad comparable a la provocada por la amenaza de guerras nucleares, me ha llevado a una búsqueda de comprensión. En este viaje, he encontrado consuelo en el estudio de la historia, reconociendo patrones y respuestas humanas ante las incertidumbres del futuro.


La humanidad siempre ha estado fascinada por el concepto del fin del mundo. Un rápido vistazo en internet bajo el término “lista de profecías del fin del mundo” nos lleva a una página de Wikipedia con más de cien predicciones sobre el apocalipsis, algunas con miles de años de antigüedad. Sorprendentemente, ninguna ha ocurrido. Esto pone en perspectiva las recientes alarmas sobre la Inteligencia Artificial: históricamente, la probabilidad de que tales predicciones se materialicen es ínfima.

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Dentro de este vasto compendio de profecías, algunas destacan por su peculiaridad o por las figuras que las respaldaron. La antigua predicción sobre la caída de Roma, Isaac Newton especulando el fin del mundo para el año 2060 y el trágico desenlace del suicidio colectivo inducido por un falso mesías en el año 2000, son ejemplos de cómo estas visiones del fin han impactado a la sociedad a lo largo de los siglos.

Es innegable que el cerebro humano está programado para anticipar el futuro. Esta capacidad, valorada desde tiempos inmemoriales, nos ha llevado a venerar a quienes, por suerte o por análisis, han acertado en sus predicciones.

Un claro ejemplo moderno es Michael Burry, cuya predicción de la crisis inmobiliaria de 2007-2009 lo catapultó a la fama y a la fortuna. A pesar de sus múltiples predicciones fallidas posteriores, su estatus no ha decaído, demostrando que el acierto en una sola predicción puede ser suficiente para asegurar un lugar en la historia.

Este fenómeno revela una fórmula para el éxito en la era de la información: hacer predicciones. Acierte o falle, la atracción por lo desconocido y la posibilidad de acertar sobre el futuro mantiene viva la práctica de profetizar. Sin embargo, para aquellos de nosotros que recibimos estas predicciones, el desafío es mantener el pensamiento crítico. Debemos evaluar con escepticismo la probabilidad real de eventos catastróficos, especialmente cuando se comparan con desastres históricos.


Al considerar el impacto potencial de la Inteligencia Artificial, es útil mirar hacia atrás a la historia de la tecnología y de la sociedad. La máquina de coser, por ejemplo, causó temor y resistencia en su momento, pero no fue el fin de la humanidad. Del mismo modo, la revolución industrial transformó radicalmente la sociedad sin destruirla. Incluso las epidemias de adicciones, que han devastado sociedades, no han impedido la recuperación y el progreso humano.

Es crucial recordar que, aunque los riesgos existenciales son reales, la mayoría son fenómenos naturales extremadamente raros. Nuestra preocupación por el fin de la humanidad a menudo refleja un enfoque egocéntrico, confundiendo el fin de nuestra propia existencia con el fin del mundo.

Ante la avalancha de predicciones sobre el futuro, debemos preguntarnos quién se beneficia con nuestra atención a estos escenarios apocalípticos. Esta reflexión puede ayudarnos a discernir entre el consumo de información valiosa y la distracción innecesaria. Al final, el objetivo debe ser entender y prepararse para los cambios, sin caer en la parálisis por el miedo a lo desconocido.

Nota: La corrección de estilo del presente artículo fue realizada por ChatGPT.