Flexibilidad vs. admisibilidad del crédito agropecuario: un análisis completo

Miller Preciado
Ingeniero agrónomo, especialista en gerencia, MBA con énfasis en Finanzas y estudios de alta gerencia internacional. Gerente de Operaciones de Elite Blu, empresa exportadora de arándanos.
En la actualidad se habla mucho sobre las nuevas oportunidades de crédito agropecuario que se presentan en el país.
Esta noticia ha generado gran interés y con toda razón, pues como hemos señalado en otros escritos, tanto en Colombia como en América Latina se necesitan fuentes de financiamiento competitivas que fortalezcan el sector agrícola y desbloqueen su inmenso potencial.
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La reducción de la tasa de interés, que ahora se sitúa en un rango del 4% al 6% de interés efectivo anual (e.a.), con una absorción subsidiada del 12,9% por parte del gobierno, es sin duda un incentivo atractivo para aquellos que buscan financiamiento en el sector agropecuario. Sin embargo, es crucial analizar con cautela lo que esto significa en términos de admisibilidad de crédito.
Es importante destacar que la flexibilización de las tasas de interés no garantiza automáticamente la aprobación del crédito. Este beneficio se otorga a los agricultores y productores agropecuarios que cumplen con ciertos requisitos, como un historial crediticio positivo y la capacidad de demostrar solvencia.
Hasta el momento, no se ha mencionado que las condiciones para ser considerado admisible al crédito agropecuario vayan a cambiar, especialmente porque los bancos de primer piso, que son los intermediarios financieros que gestionan estos fondos, enfrentan obstáculos significativos.
La gestión del crédito agropecuario es un desafío complejo y costoso para los bancos de primer piso. La dificultad radica en la falta de conectividad y la capacidad limitada de realizar un seguimiento eficiente de las operaciones agropecuarias, lo que aumenta el riesgo crediticio. Por lo tanto, es poco probable que se relajen las condiciones de admisibilidad de crédito en su totalidad.
Mi opinión es que esta noticia, aunque alentadora, está incompleta. No se trata de ser negativo, pero es esencial comprender que las buenas tasas de interés deben ir acompañadas de un análisis profundo sobre cómo los intermediarios financieros planean facilitar el acceso a estos beneficios para una amplia población de productores rurales.
Muchos de estos agricultores no tienen acceso a la banca tradicional debido a la falta de historial crediticio, a la dificultad para trazar planes de negocio bien definidos, a la insuficiente asistencia técnica y, lo más importante, a la falta de un plan de comercialización sólido que reduzca los riesgos y garantice la rentabilidad de sus producciones.
Una vez más, enfatizo la importancia de invertir en la educación y el desarrollo de habilidades de los agricultores a pequeña y mediana escala. Esto es fundamental para que puedan cumplir con los requisitos establecidos por las instituciones financieras.
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Si los agricultores pueden presentar un plan sólido de negocio; un enfoque claro en la comercialización, posiblemente basado en modelos como la agricultura por contrato, y si se digitaliza la gestión de los productos agrícolas, los bancos podrían considerar flexibilizar las condiciones de admisión del crédito agropecuario.
Tengo grandes expectativas sobre los próximos pasos que tomarán tanto el gobierno como las instituciones financieras para brindar apoyo y conocimiento a los agricultores a pequeña y mediana escala.
Estoy ansioso por conocer las estrategias que los bancos y los intermediarios financieros implementarán para atender finalmente a ese nicho de mercado que ha sido descuidado durante décadas. Cuando esto suceda, el sueño de convertir al sector agropecuario en una verdadera locomotora de progreso se convertirá en una realidad.
Además de estas consideraciones, es importante destacar que la flexibilización de las condiciones crediticias podría tener un impacto positivo en otros aspectos del sector agrícola. Por ejemplo, podría fomentar la inversión en tecnología y maquinaria moderna, lo que a su vez podría aumentar la eficiencia y la productividad de las explotaciones agrícolas.
La digitalización del proceso crediticio también podría ser una solución. La implementación de tecnologías como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático podría ayudar a los bancos a evaluar de manera más precisa el riesgo crediticio de los agricultores. También podría facilitar la aprobación de crédito agropecuario para aquellos que, careciendo de historial crediticio, demuestren tener un potencial sólido en función de su plan de negocio y sus capacidades técnicas.
Si bien la reducción de las tasas de interés es un paso importante en la dirección correcta, es esencial que se acompañe de un esfuerzo conjunto para mejorar las condiciones de admisibilidad en el crédito agropecuario.
La educación, la digitalización y la inversión en tecnología pueden desempeñar un papel fundamental en la consecución de este objetivo. Cuando se logre, el sector agrícola podrá alcanzar su verdadero potencial y contribuir de manera significativa al progreso económico de Colombia y América Latina.