Intensas lluvias en Colombia exponen falencias estructurales en la gestión de desastres
En los últimos meses, se han presentado oleadas de lluvias en Colombia que han generado graves afectaciones en gran parte del territorio nacional. Las lluvias han dejado en evidencia inconsistencias en la gestión de desastres.
Departamentos como La Guajira, Chocó, Santander y el Cesar se han visto especialmente golpeados por inundaciones, deslizamientos de tierra y el colapso de infraestructura vial producto de las lluvias en Colombia.
Las cifras son alarmantes: cerca de 370.000 personas damnificadas que llevaron al presidente Gustavo Petro a declarar el estado de desastre nacional el pasado 10 de noviembre.
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Causas de las lluvias en Colombia
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) aclaró recientemente que las lluvias no están relacionadas con el fenómeno de La Niña, sino con una combinación de factores atmosféricos, como la acumulación de humedad y patrones de viento específicos. Sin embargo, también se destaca el impacto de la deforestación, el crecimiento urbano desordenado y la falta de mantenimiento de los sistemas de drenaje, que han incrementado la vulnerabilidad de las regiones más afectadas.
A pesar de que el Ideam señaló que las precipitaciones recientes no han roto récords históricos, el acumulado sobre zonas previamente secas y vulnerables ha magnificado los daños.
Las recientes lluvias en Colombia, según el meteorólogo Max Henríquez, no están relacionadas con el cambio climático ni con el fenómeno de La Niña, sino con el patrón habitual del invierno colombiano, que este año comenzó con un mes de retraso. Estas precipitaciones, que se extenderán hasta diciembre e incluso podrían prolongarse a enero de 2025, han desplazado su intensidad típica de octubre a los meses siguientes.
El Ideam corroboró que la segunda temporada de lluvias en Colombia afecta especialmente a las regiones Caribe y Andina, mientras que la Orinoquía y Amazonía experimentarán precipitaciones más ligeras.
Henríquez subrayó que Colombia registra entre 600 y 700 eventos hidrometeorológicos extremos al año, lo cual refleja su naturaleza como un país con alta pluviosidad. Aunque algunos interpretan estas lluvias como un “falso positivo” del clima, forman parte de las dinámicas normales locales.
Este patrón ha provocado emergencias, como inundaciones y deslizamientos, y podría adelantar el pico de enfermedades respiratorias debido a las bajas temperaturas y la humedad. Finalmente, el experto destacó que estas variaciones son resultado de factores atmosféricos específicos y no de cambios globales en el clima.
Un plan billonario con dudas sobre su eficacia
El Gobierno Nacional anunció la movilización de $1,7 billones para atender la emergencia causada por las lluvias en Colombia. Según declaraciones oficiales, estos recursos buscarán reparar la infraestructura dañada y brindar asistencia humanitaria a las familias afectadas.
Sin embargo, este monto, que parece elevado, se enfrenta a la sombra de la ineficiencia y la corrupción. Según un informe de El Tiempo, entre 2019 y 2023 se han destinado más de 1,8 billones de pesos en pagos para la atención de desastres, pero las tragedias se repiten año tras año sin soluciones estructurales.
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Improvisación y falta de prevención
La falta de previsión y planificación sigue siendo una constante. Editoriales en medios como El Heraldo y La Tribuna del Cesar han denunciado la inacción de entidades como la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), que enfrenta serios cuestionamientos por su respuesta tardía e insuficiente. Líderes locales, como el alcalde de La Jagua de Ibirico, en el Cesar, han tenido que declarar emergencias públicas, clamando por una ayuda que no llega con la rapidez necesaria.
Mientras tanto, las familias desplazadas por las inundaciones en regiones como La Mojana o el Chocó relatan su desamparo ante la pérdida de cultivos, viviendas y vías importantes para la economía local. Los municipios ribereños del Magdalena enfrentan además la amenaza constante de las crecientes de ríos, exponiendo la fragilidad de su infraestructura frente a las lluvias en Colombia.