¿Qué está pasando con el dólar en Colombia y el mundo?
Miguel Ángel Rodríguez
Un dólar alto es preocupante porque se encarecen los insumos y productos extranjeros, en los cuales Colombia es altamente dependiente, lo que dispara la inflación interna. En este sentido, mientras el país no ejecute políticas cambiarias, el efecto de elevar las tasas de interés solo logrará contraer la actividad productiva y profundizar el proceso de desindustrialización de las últimas tres décadas.
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Tras diez días a la baja, que acercaron el dólar a los $4.500, esta semana la divisa superó los $4.600, aún lejos del techo de los $5.000 de noviembre del año pasado.
El retroceso del dólar frente a las principales divisas responde a las expectativas de los inversionistas de que la FED modere el alza de las tasas de interés.
El optimismo crece a medida que se han ido conociendo los datos de inflación, empleo y crecimiento de Estados Unidos al cierre de 2022, mejores que las previsiones del mercado.
La potencia cerró con la menor inflación (6,5% anual) desde 2020, el mínimo desempleo (3,5%) de los últimos 50 años y un crecimiento económico (2,1%) que alimenta la idea de que el país experimentará una recesión suave durante 2023.
Sin embargo, los inversionistas mantienen cautela en sus expectativas ante un contexto internacional marcado por la guerra en Europa y la amenaza de estanflación en Occidente, lo cual se refleja en la volatilidad de la divisa.
Así mismo, gracias a la recuperación de los canales de suministro y a la eliminación de restricciones en China, la tasa de cambio respondió a la proyección de demanda récord trazada por la Agencia Internacional de Energía, de 101,7 millones de barriles diarios en 2023, lo cual impulsó el crecimiento de los precios del petróleo.
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Aunque el endurecimiento de la política monetaria ha logrado moderar la desbordada inflación que marcó el 2022, especialmente en Estados Unidos, este no es el caso para 16 países europeos que aún reportan tasas de inflación de dos dígitos, por cuenta de los precios de la energía producto de la guerra.
En Latinoamérica el crecimiento de los precios estuvo motivado principalmente por los alimentos, debido al encarecimiento de los insumos.
México y Brasil experimentaron una reducción paulatina y cerraron con tasas de un dígito –5,9% y 7,8%, respectivamente–, Perú cerró con 8,46% y Uruguay con 8,29%. Frente a esto, Colombia y Chile no lograron bajar de dos cifras, al cerrar en 13,1% y 12,8%, respectivamente, y están por detrás de Venezuela y Argentina.
En los niveles más bajos se encuentran Ecuador (3,74%) y Bolivia (3,12%). Este último país tiene un tipo de cambio fijo e interviene de forma activa en el mercado de alimentos.
Ante este panorama, preocupan los desatinados anuncios de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, la inacción en materia cambiaria por parte del gobierno y la incertidumbre sobre las reformas legislativas que espera tramitar en el transcurso del año.
De momento, los inversionistas centran su atención en la inflación, que continuó su tendencia creciente en diciembre por cuenta del encarecimiento de alimentos, insumos y servicios públicos. También en las expectativas por los resultados de la economía en 2022 y las continuas correcciones a la baja en las previsiones de crecimiento en 2023, que acercan al país a la estanflación.
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