Tycho Brahe: un gran trasnochador
Guillermo Guevara Pardo
Licenciado en Ciencias de la Educación (especialidad biología) de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, odontólogo de la Universidad Nacional de Colombia y divulgador científico.
El 14 de diciembre de 1546, en el castillo de Knudstrup (Dinamarca), nace Tycho, el nuevo miembro de la familia Brahe. Será el más grande observador del cielo antes que Galileo dirigiera su telescopio hacia las estrellas.
Tycho fue criado y educado desde el primer año de vida por un acaudalado tío que le facilitó la preparación necesaria para que en el futuro entrara al servicio del rey. En 1559 ingresa a la Universidad de Copenhague; allí, el 21 de agosto de 1560, presencia un eclipse de sol, fenómeno que lo animó a estudiar matemáticas y astronomía en la misma universidad.
El 24 de agosto de 1563, en Leipzig, donde cursaba leyes, contempla la conjunción de Júpiter con Saturno; critica los errores de las tablas astronómicas que predecían el fenómeno planetario y se propone corregirlos.
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A mediados de 1565 abandona la Universidad de Leipzig y regresa a Copenhague, fallece su adinerado protector y recibe una cuantiosa herencia que le permitió dedicar el resto de la vida a la astronomía.
Durante una reyerta con otro aristócrata danés perdió un pedazo de su nariz, lo que lo obligó a utilizar una prótesis, decía él, hecha de oro y plata, aunque parece ser que en realidad era de latón.
Tycho Brahe sostenía que el avance de la astronomía no podía basarse únicamente en observaciones ocasionales, sino que requería de mediciones precisas y sistemáticas, tomadas noche tras noche con la ayuda de los mejores instrumentos posibles.
El 11 de noviembre de 1572, mientras paseaba por la noche, presencia un espectáculo extraño: en el cielo apareció una estrella que brilló durante 18 meses, inclusive a plena luz del día; los estudios del raro acontecimiento los publicó en De nova stella, libro donde se usó por primera vez la palabra nova en astronomía.
Demostró que el astro estaba mucho más allá de los planetas, en la esfera de las estrellas fijas donde supuestamente no había cambios, contribuyendo así al derrumbe de la concepción aristotélica de la inmutabilidad del mundo supralunar. Lo que Tycho Brahe observó fue una supernova que, grosso modo, es la muerte explosiva de una estrella con una masa mucho mayor que la del Sol.
El rey Federico II le construyó en la isla de Hven dos observatorios: Uranienborg (Castillo de Urania) y Stjerneborg (Castillo de las Estrellas), que se convirtieron en importantes centros de estudios astronómicos, dotados con los más avanzados instrumentos de la época.
Allí se dedicó a tabular las posiciones de los planetas, datos que fueron catalogados como los más precisos de toda Europa y con los que demostró que el cometa de 1577 no era un fenómeno terrestre, como creía Galileo, sino que su órbita transcurría entre los planetas.
Tycho Brahe nunca aceptó el modelo copernicano del universo. En 1588 propuso un sistema geoheliocéntrico, intermedio entre el geocéntrico de Ptolomeo y el heliocéntrico de Copérnico: el Sol gira alrededor de una Tierra inmóvil y los demás planetas lo hacen en torno al Sol. Este sistema ganó notoriedad tras el repudio de católicos y luteranos al modelo que ponía al Sol en el centro del mundo.
Cristian IV, sucesor del rey Federico, le retiró el apoyo financiero; el astrónomo abandonó Hven y en 1599 emigró a Praga a la corte del rey Rodolfo II. Por esos años, mantenía correspondencia con un alemán de renombre: Johannes Kepler.
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Kepler era profesor de matemáticas cuando la intolerancia religiosa de las autoridades católicas lo hicieron abandonar Austria. Aceptó la invitación de Tycho para ir a Praga, iniciándose en 1600 una corta y complicada relación entre estos dos genios.
Tycho Brahe hizo, por más de 20 años, mediciones de la órbita de Marte, a las cuales accedió Kepler después de la muerte del danés. Tales datos, obtenidos desde una concepción geocéntrica, fueron empleados por Kepler para sustentar el modelo heliocéntrico. Las juiciosas observaciones de Tycho, más precisas que las de Copérnico, le permitieron al matemático alemán demostrar que los planetas giran en órbitas elípticas.
El 13 de octubre de 1601 Tycho cae gravemente enfermo por no atreverse a cometer un acto que se consideraba de mala educación: levantarse de la mesa durante un banquete para ir a descargar la vejiga urinaria, complicándosele un problema renal que ya lo afectaba. Deliró durante varios días y en un momento de lucidez le encomendó a Kepler utilizar las mediciones que hizo para demostrar la validez del sistema planetario que había propuesto.
Este último deseo no se cumplió: los datos que durante tantos años acumuló terminaron validando el sistema de Copérnico. Pero tampoco fue cierto, como alucinaba en el lecho de muerte, que su vida hubiera transcurrido en vano. Falleció el 24 de octubre y fue sepultado con gran pompa el 4 de noviembre en la iglesia de Nuestra Señora de Tyn, en Praga.