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domingo, 19 de mayo de 2024
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La cultura y los medios públicos, ¿prioridad o promesa incumplida?

Andrés Pachón, Columnista, Más Colombia, @AndrésPachónTor

Andrés Pachón

Abogado investigador, magíster en Derecho Público con experiencia en litigio estratégico. Medio ambiente, derechos y desarrollo. Twitter: @AndresPachonTor

El papel de la cultura y el arte en el paro nacional fue gigantesco. Su movilización les dio color, música y un nuevo aire a las manifestaciones pacíficas. El arte mostró su poder. Y todo ese descontento acumulado lo terminó capitalizando Gustavo Petro.

Actrices, músicos y en general el mundo del arte, la cultura y la producción de contenidos apoyaron de manera activa en las elecciones al jefe del Pacto Histórico.


Pero una vez en el poder, el presidente no ha respondido con la misma firmeza a dicho respaldo. ¿Estaremos frente un nuevo caso de prometer para ganar y una vez elegido olvidar lo prometido?

En el gobierno del “Cambio” la cultura ha mantenido el mismo papel lánguido y de cenicienta que le han dado todos los gobiernos, ¡Incluso peor!

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Los artistas levantan su voz

Gran impacto ha generado que más de mil personalidades del arte y la cultura suscribieran una carta, encabezada por Margarita Rosa de Francisco, Julián Roman, Adriana Lucía, Andrea Echeverri y Cony Camelo, entre otros, en la que señalan su malestar por el manejo del sector (ver enlace aquí).

Los artistas se preguntan “por qué lo que se avizoraba como una propuesta que inspiraría otros países y agendas culturales del continente, hoy parece una apuesta perdida”, y manifiestan su preocupación por “la ausencia de políticas y ejecutorias en temas medulares como: patrimonio material e inmaterial, infraestructura cultural, turismo cultural, desarrollo económico del sector, garantías laborales de los artistas, desconcentración y descentralización de las políticas y presupuestos de la cultura”, aspectos que hasta el momento han resultado ser solo promesas y discursos.

La interinidad es inacción

Tras la abrupta salida de la ministra de Cultura, el Ministerio ha permanecido en interinidad por más de dos meses, lo que significa condenarlo a la inacción.


Y el vacío se ve reflejado en graves fallas en asuntos estratégicos. Por ejemplo, que no se incluyera la cultura como bien de primera necesidad en el Plan Nacional de Desarrollo o que el presupuesto del sector para el 2023 fuera solo de un exiguo 0.17% del total nacional, y que ya se esté hablando de reducirlo al 0.15% para el próximo año, cifra bastante lejana del mínimo 2% que recomienda la UNESCO.

No menos grave, se ha mantenido incólume la piedra angular de la economía naranja, la visión de la cultura como algo exclusivamente mercantil y de entretenimiento. El plan decenal de Duque permanece intacto. Lo único que ha cambiado son los nombres (“Economía Multicolor”), pero el contenido se mantiene.

La respuesta no oficial sobre la interinidad es que están esperando reconfigurar la coalición de gobierno. Cómo, ¡¿hasta la Cultura servirá para untar la mermelada?!

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Los medios públicos a la deriva

La otra vacancia, por más de nueve meses, la del gerente de RTVC, muestra la poca importancia que Petro le da al sistema de medios públicos (Señal Colombia, Institucional, Radio Nacional, Radiónica, RTVC Play, etc.), productores de cultura y de contenidos que escapan a la lógica del mercado y que generan diversidad cultural, memoria histórica e identidad nacional, lo que permite crear “soberanía cultural y autonomía comunicacional” (Rincón, 2023).

Como lo ha señalado de manera aguda Omar Rincón (puede consultar el enlace aquí), no hay una apuesta clara con el Sistema de Medios Públicos. No hay rumbo. No se está respaldando a los medios alternativos y comunitarios, ni a las producciones de barrio, comunitarias y populares que permiten crear otros relatos diferentes a los de Gustavo Bolívar y sus narconovelas, producto enlatado calculado solo para ganar plata.

No apostarle a RTVC es defraudar a todo un sector que respaldó al actual gobierno.

Entregarle el MinTIC a Lizcano

Esta es otra muestra de que el sector de la producción, los contenidos y el acceso a medios y redes le tiene sin cuidado a Petro.


Que de los Abudinen pasemos a los Lizcano es cambiar de un clan a otro, hecho gravísimo que pasó casi desapercibido porque en este gobierno se naturalizó hacer alianzas con personajes de dudosa reputación y representantes de la politiquería tradicional.

Entregarle semejante poder a quien, como lo mencionó Ana Bejarano (ver el enlace aquí), presuntamente ha estado relacionado con casos de censura y silenciamiento muestra el poco afecto que tiene Petro sobre un sector estratégico para la sociedad. Y también que es carreta la lucha contra la corrupción, porque de Lizcano son conocidas sus componendas.

El medio soy yo”, como el Estado soy yo

¿Para qué medios de comunicación, para qué arte y cultura, si el mismísimo presidente es el mensaje y el medio, es verbo y sustantivo, y sus redes sociales son canal directo y sin intermediarios?

Y es cierto que hay unos medios absolutamente capturados por el poder económico y político, pero eso no significa salir al ataque contra todos los medios de comunicación, ni contra el periodismo, que ejerce un papel fundamental dentro de una democracia cuando le hace control al poder.

Los continuos ataques a La Silla Vacía y a otros medios críticos, evidencian que, al estilo Trump, Petro desprecia la libertad de prensa.

El arte, la cultura, los medios públicos, la producción nacional de contenidos, la libertad de prensa, son elementos esenciales para que exista una democracia vigorosa, una identidad nacional, una conciencia colectiva.

Todas ellas han sido relegadas al olvido o al octavo círculo de las prioridades por el gobierno Petro.


Pero a pesar del oscuro panorama, que este sector no se quede callado, actúe y se movilice resulta esperanzador. Sus organizaciones deben fortalecerse y mantener su independencia y autonomía.

La lucha por un cambio profundo no termina con la elección de un gobierno que le está dando la espalda al sector. Por el contrario, debe continuar hasta que tan anhelado cambio finalmente se concrete. ¡

Que el despertar cultural no pare! ¡Que el arte no se rinda!